Hay una Habana turística, de revistas y publicidad, de hoteles y los viejos descapotables coquetos, que es cada vez más pequeña y circunscrita. Y otra Habana de pueblo, proletaria, de barrios humildes o francamente pobres; de gente que “lucha” día a día, sobrellevando el peso de la incertidumbre.
Es La Habana de las calles y las aceras agrietadas o ahuecadas; del sol que aterrilla y el sudor en la frente; de los almendrones humeantes; de la basura desbordada en casi todas las esquinas…
Es La Habana de quienes tienen que caminan kilómetros para resolver el día a día, y van, cada cual en lo suyo, tratando de echar pa´lante. Son aquellos que por arte de la cubanidad, aún saben reírse de las desgracias y reflexionan cada vez más desfachatadamente, con menos miedo y pudor.
Entre tanto ajetreo, algunos se detiene al detectar el lente de la cámara y posan despreocupados para una foto que quizás nunca verán.
Esa es La Habana más común para la inmensa mayoría de los habaneros. Para los que siguen en la ciudad y para los que ya no están en ella, aunque la lleven siempre incrustada en la memoria.
Y aun en esa Habana hay diferencias, contrastes, lugares más reconocibles para muchos que viven fuera de la capital —no solo de la isla, sino en otras provincias—, y otros menos “célebres” y que aun así sirven como alimento para la nostalgia.
Esa Habana tiene muchos rostros, parecidos pero, a la vez, distintos. Aunque todos son, de muchas maneras y para muchas personas, entrañables.
Pueden estar en Centro Habana o Marianano, en el Cerro o Boyeros, en San Miguel o La Lisa —incluso, a kilómetros entre sí—, pero todos tienen en común los recuerdos que despiertan, los sentimientos que provocan, las evocaciones de un pasado desconocido ya por muchos, añorado o repelido por otros, pero que se resiste a desaparecer a pesar de olvidos, cambios y destrucciones.
A caminar por uno de esos paisajes habaneros, antes de las últimas inundaciones, salió nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez. Sus pasos lo llevaron esta vez hasta la populosa Calzada de 10 de octubre, al tramo que va desde el Café Colón hasta La Palma y sus más conocidos lugares.
Quienes vivieron o siguen viviendo allí, podrán hallar en este recorrido fotográfico muchos de los sitios que han sido y continúan siendo parte de su vida. Y quienes no conocen la zona, podrán descubrir entonces el pulso de esa otra Habana, auténtica y popular, ajena a las postales turísticas.