LA HABANA, Cuba. – El periódico Juventud Rebelde, el pasado 11 de junio, informó acerca de un encuentro que el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo con jóvenes estadounidenses que forman parte de la Brigada “Let Cuba Live”, quienes durante varios días visitaron la Isla.
El heredero de los Castro no dudó en echar mano a los gastados argumentos con los que la maquinaria del poder justifica sus políticas, con el objetivo, entre otras cosas, de reafirmar el apoyo que el castrismo recibe de sus incondicionales. Tal vez considerando que muchos de esos jóvenes habrían participado en las jornadas de apoyo a Palestina en las universidades de su país, Díaz-Canel les habló con la convicción de quien conversa con aliados que admiten falacias históricas y torcidas interpretaciones de la realidad.
Así, ante la preocupación de los jóvenes por saber cómo ha ido evolucionando la Revolución Cubana en estos más de 60 años en el poder, el gobernante realizó un extenso rodeo histórico para llegar a la misma conclusión que tantas veces expuso Fidel Castro: “La Revolución Cubana es una sola, desde los mambises hasta hoy”.
Se trata de una especie de teleología que utilizan los gobernantes cubanos para otorgar legitimidad a su régimen, pero que no resiste el más mínimo análisis objetivo de la historia. No es posible hallar ningún vínculo entre la ideología liberal de nuestros mambises, plasmada en las tres constituciones de las dos contiendas independentistas (Guáimaro, Jimaguayú y La Yaya), con el accionar comunista de los que hoy detentan el poder en la Isla.
La segunda mentira expresada por el señor Díaz-Canel sobrevino cuando aseveró que “las revoluciones pueden dar el ejemplo, pero no pueden ser exportadas, porque las revoluciones las hacen los pueblos”. Claro, el ahora presidente designado era apenas un niño en los año