Tres veinteañeros que hacían canciones y tocaban la guitarra. Poco más sabían muchos sobre los protagonistas del concierto que Casa de las Américas programó para el 19 de febrero de 1968. Si bien no eran desconocidos, sus nombres entonces eran una pálida sombra de lo que llegarían a representar para la cultura, no solo cubana. Eran Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Noel Nicola.
Unos meses antes, en 1967, Casa había celebrado el Primer Encuentro Mundial de la Canción Protesta. El evento había dado lugar a la creación de un departamento que dirigía la estadounidense Estela Bravo (Nueva York, 1933). Fue la directora de cine quien contactó con los jóvenes trovadores.
“La idea inicial fue que lo hiciéramos Pablo y yo —escribió Silvio en 2013 a propósito de un aniversario de aquel concierto—, pero entre los dos teníamos muy pocas canciones que pudieran considerarse ‘de protesta’. Sin embargo, yo acababa de conocer a Noel Nicola, sabía que él también había escrito algunas canciones de ese tipo, y propuse sumarlo. Después vimos que ni los tres juntos teníamos las suficientes para completar al menos una hora. Por eso nuestro repertorio acabó siendo el habitual: muchas canciones de amor, alguna que otra ‘filosófica’ y unas pocas con contenidos explícitamente políticos. La suerte fue que en el público estaban Vicente Feliú, Martín Rojas, Eduardo Ramos y Belinda Romeu, y entre todos sí que pudimos armar algo parecido a un concierto de ‘canciones de contenido’, que era como se les decía por entonces”.
El acontecimiento marcó de manera simbólica lo que sería el Movimiento de la Nueva Trova; con el antecedente del programa Mientras tanto, de 1967, temprana evidencia de que una joven corriente de la canción estaba cristalizando.
En 2017 Patricia Ballote, entonces estudiante de Preservación y Gestión del Patrimonio, desde hacía tiempo trabajaba en los Estudios Ojalá. En marzo de ese año, cuando faltaban meses para los 50 años de aquel concierto fundacional, Silvio propuso que se hiciera un libro a propósito. Patricia puso manos a la obra.
El 6 de mayo el resultado de siete años de trabajo vio finalmente la luz en el Museo Nacional de la Música: La Habana, día de un año. A más de medio siglo de una “nueva trova”. En el camino aparecieron, además de valiosos testimonios, más de una decena de fotografías del concierto que permanecían inéditas.
El volumen, de Ediciones Ojalá, evoca lo que representó aquel evento cultural “en la vida de aquellos creadores noveles y en la de tantos jóvenes que se sintieron representados por ellos en aquel momento. Aborda los vínculos de esa generación con una época de particular intensidad”, rezaba la invitación de la Oficina de Silvio Rodríguez.
La Habana, día de un año… (línea extraída de “Qué se puede hacer con el amor”) ha sido, además, presentado en Donostia y Bilbao, País Vasco.
“Emprender esa investigación me resultaba muy estimulante ya que desde la adolescencia era seguidora de Silvio, y de la trova en general —dice Ballote a OnCuba. O sea, que este proyecto se alineaba perfectamente con mis inquietudes profesionales y con mis gustos personales.
“Mi trabajo en Ojalá, vinculado a las labores del archivo y el sitio web, me colocaba en una posición privilegiada como investigadora. Había tenido acceso a entrevistas de Silvio, fotografías, recortes de prensa o libros sobre él y la Nueva Trova. En ese sentido no era empezar una investigación ‘desde cero’.
“Por otra parte —añade—, influyó muchísimo la posibilidad de disponer del testimonio directo de Silvio en diferentes momentos de la investigación. Esto me permitió contrastar otros testimonios, o enriquecerlos, con sus valoraciones al respecto. Poder acudir a Silvio cuando localicé las fotos inéditas de aquel concierto fue lo que permitió, por ejemplo, identificar a dos personas que aparecían entre el público en las imágenes de aquel día”.