La fonda era un comercio pequeño, popular, que en el escalón culinario estaba por encima de la fonda de chinos. Foto: Tomada de la página Café Nostalgia, en Facebook.
¿Recuerda el lector la fonda cubana? Aquel establecimiento gastronómico donde, mal que bien, se comía por unos pocos centavos y que existió hasta marzo de 1968. Comercio pequeño, popular, que en el escalón culinario estaba por encima de la fonda de chinos y por debajo del más modesto de los restaurantes. Un local generalmente abierto a la calle, con un mobiliario heterogéneo y manteles manchados de grasa, y en los que, a diferencia de otras casas de comidas, las mesas no eran exclusivas y ningún vestuario desentonaba.
Las fondas mantuvieron viva la tradición de la cocina cubana y no pocos grandes chefs se iniciaron en ellas.
Platos habituales eran la carne asada y el pargo frito, con su carne blanca y fina, y el picadillo a la habanera, donde el timbal de arroz se corona con un huevo frito y se orla con una cadeneta de melosos platanitos orinegros.
Muy recordadas son las célebres “completas” que se ofrecían en la fonda, que en un solo plato incluían arroz blanco, frijoles negros y picadillo con el añadido de dos platanitos de fruta, u otra “completa”, más cara, que sustituía el picadillo por una generosa rueda de boliche de res asado y mechado con tiras de entreverado de cerdo.
Muchas de esas recetas están contenidas en el libro La fonda y sus comidas (Ed. Oriente, 2017), de Silvia Mayra Gómez. Pero no lo busque. Se agotó. Voló como la espuma.
Si no había dinero para platos como los mencionados, bastaba al cliente ordenar un sopón, al que podía añadirse aceite a discreción, pues las a