Voy a escribir sobre mi hijo y mis hijas. No tengo mucho que decir sobre el Día de los Padres, pero puedo hablar de ellos, que ocupan los mejores lugares de mi corazón.
José Julián
Jose nació el 12 de enero de 2009. Ahora tiene 15 años y cuesta tratarlo como niño, aunque lo sea, porque es más alto que yo y tiene un vozarrón que ha venido agravando desde que despertó a todo el hospital González Coro, en aquella madrugada que llegó con un distrés respiratorio que lo mandó directo para el cunero.
Jose siempre ha sido un niño bueno y, a la vez, callejero y parrandero, con cara de serio y aparentemente callado, pero líder en los guateques y los jelengues de jodedera. Ha estado en más fiestas a sus 15 años que en las que yo voy a estar en toda mi vida.
Pero Jose se pone serio cuando entrena y juega al fútbol. Recuerdo muy nítidamente cuando me pidió practicar ese deporte. Me dijo con mucha seguridad mientras veíamos juntos un anuncio de una competencia infantil de fútbol en la televisión: “Quiero jugar una copa”, y ahí está, sin parar en su deporte desde los 6 años.
Uno de los placeres más gratos de mi vida ha sido verlo jugar y escucharlo preguntarme si prefiero una casa o un carro como regalo suyo el día que se haga millonario como estrella de fútbol. Esa siempre ha sido una broma entre nosotros, y otra que los amigos y amigas que lo conocen y han visto los videos de sus goles, le digan todo el tiempo que no se olvide de ellos cuando llegue a un club importante.
Jose, sin embargo, me ha dicho muchas veces que le gustaría jugar por Cuba, porque es quien lo necesita más, aunque él resida y practique en la Florida.
Ahora hace casi cinco meses que no lo veo. No pude estar en su última graduación ni en sus últimos partidos, ni en sus últimas peleas de adolescente con su mamá, que ha tenido que lidiar desde hace tiempo con la precocidad de Jose, aunque también con la belleza y el regocijo de convivir con él.
Alma Aitana
Almi nació el 12 de junio de 2018. Los 12 me persiguen, como ven. Escribo esto sobre ella un día antes de su cumpleaños número 6. Será su primer cumpleaños lejos de mí; lo puedo escribir, pero casi no lo puedo pronunciar.
Sobre ella y su hermano escribí en una columna que tuve en OnCuba durante varios años. Alma es una niña chispeante, con una risa contagiosa y ancha y unos ojos alicaídos que no pueden opacar su gracia y alegría.
Alma, como su hermano, tiene las orejas paradas todo el tiempo para los asuntos de adultos. Por suerte Jose y ella son discretos, pero el chisme de gente grande les atrae y les interesa más que otras cosas.
Me encanta el sentido del humor de mi hija, su facilidad para captar al vuelo el color de los ambientes y sus salidas cómicas y ocurrentes.
Como a José Julián, la enseñé a comer chicharrones desde pequeña, aunque ella es amante de las gomitas de colores y otras chucherías.
Todavía me asombro cuando los escucho, a ella y a su hermano, hablando inglés con tanta facilidad. Hace menos de tres añ