Las enfermedades tropicales son patologías predominantemente infecciosas prevalentes en países ubicados en las zonas intertropicales, donde se concentra el 80% de la pobreza mundial. En ellas confluyen condiciones higiénicosanitarias y socioeconómicas que, junto con parámetros ambientales particulares, crean el hábitat adecuado para la proliferación de un gran número de microorganismos, vectores y reservorios repartidos en un extenso, hacinado y diverso grupo poblacional.
Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), por su parte, son un problema de salud pública estrechamente ligado a la inequidad. La mayoría de ellas se transmiten a través de artrópodos debido a las condiciones climáticas que favorecen sus ciclos de vida en un corto tiempo. Las transmitidas por vectores representan el 17% de las enfermedades infecciosas a nivel global, amenazan la salud de más del 80% de la región de las Américas y en ella afectan a una de cada dos personas. Las ETD aquejan a cerca de 1.000 millones de personas, en particular a poblaciones pobres residentes en zonas de clima tropical y subtropical.
La pandemia más reciente de la que se tiene (extensa) memoria es la Covid-19, con sus altos costos tanto en vidas humanas como en recursos. En mayo de 2024 oímos hablar por primera vez de un virus nuevo transmitido por los mismos vectores que circulan intensamente en Cuba, cuando el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí confirmó la circulación del virus de la fiebre de Oropouche en los municipios Ernesto Guevara y Songo-La Maya, en Santiago de Cuba. Hasta el momento no se reportan casos graves, críticos, ni fallecidos. No se tiene constancia del número exacto de casos activos.
¿Cómo se comportan las enfermedades tropicales en Cuba y qué se hace al respecto?
En Cuba, las enfermedades infecciosas ocupan un lugar fundamental entre las principales causas de muerte de los últimos diez años, por detrás de las crónicas no transmisibles. Se incluyen las zoonosis, las enfermedades transmitidas por el agua y alimentos contaminados, por el suelo, por vía sexual y por vectores (insectos, caracoles, garrapatas), especialmente importantes estas por su alta carga de morbilidad y mortalidad para las personas, las familias y las comunidades, por sus consecuencias en la sobrecarga del Sistema Nacional de Salud y por los altos costos económicos que presuponen.
En la última década, la aparición de nuevos arbovirus como el zika y el chikungunya, sumados al ya endémico dengue (la fiebre amarilla en Cuba está erradicada, aunque es reemergente en la región), demandan una respuesta del Sistema Nacional de Salud que este puede cumplimentar solo parcialmente, tanto por el menoscabo de la infraestructura hospitalaria como por los altos costos de las medidas que urge tomar. A esto se suman otras enfermedades infecciosas con una alta morbilidad, como la leptospirosis, que en los últimos diez años se mantiene en las de más alta prevalencia en la Isla junto a la influenza, la varicela, la tuberculosis y el VIH, enfermedades tropicales arquetípicas. No todas las enfermedades infecciosas son tropicales ni transmitidas por vectores.
Según el Boletín anual de arbovirosis de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2022 se notificaron un total de 3.126.673 casos de enfermedad por arbovirus. De estos, 2.812.304 (90,0%) fueron casos de dengue, 273.841 (8,8%) de chikungunya y 40.528 (1,3%) de zika. Se ha estimado que hay más de 250 millones de personas en todo el mundo con riesgo de padecer estas enfermedades, y que cada año se producen aproximadamente 100 millones de casos, entre los cuales 500.000 corresponden a dengue hemorrágico.
Los mosquitos del género Aedes son el vector más importante de arbovirus en Cuba. El albopictus, que también circula en la Isla, es menos frecuente. Aedes aegypti es un mosquito doméstico que se nutre y respira en las aguas estancadas. Es la hembra infectada la que pica, y prefiere el horario de la tardenoche para hacerlo. Puede volar unos 840 metros a la redonda y deposita huevos capaces de sobrevivir por años en condiciones desfavorables, o que en solo una semana llegan a ser mosquitos adultos. Este ciclo se extiende por generaciones.
En 2021 se reportó en Cuba el mayor número de focos de Aedes de los últimos 15 años. Los meses de junio, septiembre y octubre fueron los de mayor incidencia. El 71,1% de los focos se detectaron en las provincias de Santiago de Cuba, La Habana, Holguín, Camagüey, Matanzas y Villa Clara. El número de casos de enfermedad por dengue notificados oficialmente en 2022 tuvo un aumento relativo de 261,6% en comparación con igual período de 2021. La circulación del zika fue más fuerte en el primer semestre de 2022, pero su patrón de circulación es menos pronunciado debido a un menor número de casos.
Según el Programa Mundial de Control de Enfermedades Tropicales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) ―que datan de 2022―, en los diez años más recientes hemos llegado a los 3.000 casos de dengue tanto en 2019 como en 2022, con tasas de incidencia acumulada de 28,37 casos por cada 100.000 habitantes, en coincidencia con la pandemia de Covid-19 que distorsionó las estadísticas de casos de arbovirosis confirmados por laboratorio. Si a esto añadimos los asintomáticos, los que no acuden a servicios especializados y la poca transparencia de las estadísticas cubanas, tendremos cifras subcalculadas. Además, Cuba es uno de los pocos países en la región que reportan la circulación de cuatro serotipos y un quinto por estudiar.
Por ot