LA HABANA, Cuba. – Una “delegación oficial” del régimen cubano volvió a visitar por estos días el Aeropuerto Internacional de Miami —invitadas por la Administración de Seguridad del Transporte de Estados Unidos— y recorrió algunas de sus instalaciones esperando aprender “algo” no sabemos si en beneficio del catastrófico transporte aéreo en la Isla o si para contagiar con “ideas” a nuestros vecinos sobre cómo se arruina un aeropuerto —más una aerolínea nacional de las más antiguas— y, de paso, el país completo, porque solo en eso son expertos los comunistas de acá.
Una delegación de la que aún, sin conocer los nombres de quiénes la integraron, ya sabemos cómo fue “estratégicamente” conformada desde acá donde todos los grandes jefes (de la aviación y del resto del país) son militares; y donde más del 80 por ciento del personal que labora en los aeropuertos son oficiales del Ministerio del Interior o entrenados por este, sirviendo como instrumentos de represión cuando prestan algunas de sus instalaciones como “salas de interrogatorio” para acosar, intimidar y castigar a opositores, activistas y periodistas independientes tal como se ha denunciado sistemáticamente.
En junio de 2019 una filtración de presuntos documentos de la Dirección de Contrainteligencia de Cuba reveló labores de espionaje que tenían por objetivo precisamente áreas restringidas del Aeropuerto de Miami. Posteriormente, en marzo 2021, un reportaje de El Nuevo Herald señaló la relación de Giraldo Castillo, gerente de Latam Cargo en el Aeropuerto de Miami, con René González Sehwerert, uno de los cinco espías cubanos condenados en Estados Unidos, y sobre cómo esa “amistad” le permitía mantener negocios en La Habana, a donde nadie “conectado con el régimen” llega de “afuera” a hacer dinero si antes no tiene “algo” que ofrecer a cambio.
Pero, más allá de que se ha vuelto a repetir lo de la visita de oficiales cubanos a Miami —lo cual no debería pasar inadvertido—, llama la atención de que acontezca en un contexto como el actual en que no solo el régimen de La Habana —principal aliado de Rusia en la región— permanece en la lista de países patrocinadores del terrorismo, sino cuando evidentemente se está usando el éxodo masivo para “refrescar” o “renovar” el exilio cubano con esos “comunistas de nuevo tipo” que son más útiles al régimen cuando están contentos allá más que desencantados aquí.
De modo que el éxodo ha sido una bendición no solo por lo que trae en remesas al país que nada produce sino porque ha permitido ese “movimiento de cuadros” (para decirlo en su misma jerga “partidista”) hacia el norte, donde ya les hacía falta enviar a unos cuantos “desencantados” para que hagan “trabajo político”, y quizás hasta con suerte terminen trabajando en esas “puertas de intercambios” que son los aeropuertos y donde sin dudas hay un gran interés por ambas partes.
Sobre todo por lo mucho y “diverso” que sale desde allá (y vuela desde aquí) a través de las “agencias de envíos a Cuba” pero, además, lo que no logra salir porque, al parecer, la represión es parte del