No hay señales de milagros ni de cuernos de la abundancia. En toda Cuba, y en estos parajes donde la palabra ciclón resulta recurrente, donde el tronco de alguna palma se levanta desnudo, como sobreviviente de las ráfagas más duras, la premisa del trabajo es la que define hacia dónde se inclinará la balanza: hacia el éxito, o hacia el retroceso.
No todo, pero sí mucho depende de la conciencia y de la voluntad. Por eso este miércoles, muy temprano, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recordó en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Vaquería San Vicente -perteneciente a la Empresa Agroindustrial Viñales-: «Nosotros nos tenemos que creer de verdad que los alimentos los vamos a producir nosotros».
Es un razonamiento que puede extenderse a gran parte de la realidad cubana, y que el Jefe de Estado trajo a colación luego de un intercambio con trabajadores de la vaquería, hasta donde llegó acompañado del miembro del Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda, así como de autoridades del territorio.
En un escenario de ensueño está ubicada la vaquería que fue fundada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Habría que ver si son los empinados mogotes o la ubicación del centro productivo, tan alejado de casi todo, los que han hecho posible que desde hace 17 años no se haya producido un solo caso de hurto y sacrificio de ganado. Lo cierto es que la vaquería fue construida con gusto y con el propósito de que fuera robusta y segura; y hoy tiene, entre otros desafíos, la necesidad de sembrar plantas proteicas para alimentar a la masa ganadera.
Allí el Jefe de Estado preguntó por la disponibilidad de semillas y sobre cómo está golpea