Huésped, invitado, extranjero, forastero, inmigrante… Cuántas palabras que de una forma u otra pudieran encerrar el mismo significado. Pero ante los ojos de la humanidad no lo son. Los fenómenos migratorios se asocian prácticamente al origen mismo del hombre, cuando las condiciones del clima, la necesidad de recursos naturales como el agua, y la obtención de fuentes de alimento más estables se convertían en los principales motivos de cambio.
Con la evolución de la especie humana, el desarrollo, esa búsqueda de bienestar, ha acentuado en cierto grado el concepto de migración, sin renunciar a sus mismas esencias antológicas. Nada, que eso de «lucha tu yuca Taíno» que promueve el trovador Ray Fernández en su canción aplica como filosofía de vida cotidiana.
De ahí que una de las principales variables que promueve el flujo migratorio a nivel global, sea justamente insertarse en un sistema o sociedad que ofrezca mejores oportunidades económicas, entendiendo al empleo como uno de sus principales eslabones.
De hecho, fue ese uno de los móviles que sopesé junto a mi esposa antes de emprender nuestra cruzada migratoria. Esa y la de brindarle un futuro con mejores oportunidades que las que ofrece la Cuba actual a un Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana y Máster en Marketing Digital, su esposa y nuestro pequeño hijo.
Lo primero que hice al llegar España, alternando con mi trabajo de editor Web en Telesur en el turno de la madrugada, fue pasear a un perro. Luego me recomendaron para iniciar como mozo de almacén en Acierta, una Empresa de Trabajo Temporal (ETT) que no tuvo inconveniente en contratarme pese a la condición de mi residencia como estudiante de postgrado e investigación, que no me permitía trabajar de manera legal las 40 horas semanales establecidas por Ley en España.
A Acierta y a Ricardo, su responsable de Recursos Humanos les agradezco, pese a haber sido declarado cesante y retornado en tres ocasiones en un lapso de poco más de cuatro meses. Justamente ese es uno de los inconvenientes que representa laborar en ese tipo de empresas.
Trabajé el turno de la noche y luego el de la mañana, entre nigerianos, marroquíes, latinoamericanos y españoles en menor medida, literalmente como un «animal». Movíamos jaulas con pallets de alimentos, aseo, bebidas, retractilamos de todo, pasé frío en la sección de productos congelados a 20 grados bajo cero, o bajo los embates del invierno español.
Trabajé el turno de la noche y luego el de la mañana, entre nigerianos, marroquíes, latinoamericanos y españoles en menor medida, literalmente como un «animal».
Tal fue el desgaste físico acumulado en ese tiempo que bajé casi ocho kilogramos de peso. Eso sí, un trabajo digno como muchos otros con matices de obreros, y al cual reitero, le estoy muy agradecido por el hecho de constituir mi primera fuente de ingresos sólida en España.
Conjugada con el salario de becaria de mi esposa, pudimos continuar pagando nuestros másteres, asumir gastos de diversa índole relacionados con nuestra nueva vida, sortear la inflación y hasta ahorrar mínimamente algo cada mes.
En febrero de 2023 apareció la oportunidad de reinventarme en el sector inmobiliario. Desde entonces me desenvuelvo como asesor inmobiliario en Redpiso, una de las empresas más prestigiosas del ramo, con 17 años de experiencia insertada en el mercado español y más de 250 oficinas en diferentes comunidades del país”.
Así se perfila desde mi perspectiva, el «idilio» del inmigrante con el mercado laboral español. En el que juegan además variables como el contexto inflacionario global; la edad como eslabón de mayor o menor atractivo para las empresas a la hora de contratar a personal nuevo, entre otras.
Inmigrantes en España
Según el portal Statista, España recibió en 2023 a 413.940 inmigrantes, para elevar la población residente sin nacionalidad española a unos 6.5 millones de personas, un incremento de aproximadamente un 7% con respecto al 2022.
Profundizando en este indicador, el Ministerio del Interior de la nación ibérica precisó que de esa cifra, 56 852 arribaron de forma irregular, con entrada fuera de los puestos fronterizos habilitados, cifra superior en 25.633 a la de los 12 meses precedentes, y segundo registro más alto de la historia, solo superado por el del 2018, cuando se cuantificaron 64.298.
Justo ahí introducimos la principal interrogante que nos compete: ¿Cómo se comporta el fenómeno de accesibilidad a empleo para los inmigrantes en esta nación?
Como suele suceder en la casi totalidad de los países del mundo la accesibilidad al empleo para los inmigrantes en España se relaciona con diferentes variables, como la situación o status migratorio que se posea, nivel de estudios y área del conocimiento en la que se desenvuelva el individuo, oficios que conozca, comunidad autónoma en la que resida, edad, sexo, barreras idiomática y cultural, y un factor que pudiera considerarse subjetivo, pero no menos importante: el grado de relaciones con el que se cuente.
Reunir más o menos de los mencionados elementos, desemboca en una tendencia que presupone la existencia de un grupo de empleos en los cuales los españoles no se desenvuelven en mayor medida, y que emergen como un nicho dentro del mercado ocupado mayoritariamente por inmigrantes.
A pesar de este panorama previo, la cosa no es cuestión de coser y cantar. Hay requisitos imprescindibles a la hora de emprender la búsqueda de empleo en España bajo el velo de la legalidad: resulta crucial poseer un documento de identidad, en este caso el Documento Nacional de Identidad (DNI) si se llega como ciudadano español, o Número de Identidad de Extranjero (NIE); tener asignado un Número Único de Seguridad Social (NUSS), y poseer una cuenta bancaria a su nombre.
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