El lunes 19 de febrero de 2024 fue uno de los días más ocupados para Miguel Díaz-Canel desde su llegada a la presidencia.
La mañana había comenzado muy temprano, con la visita a la Embajada de Namibia para firmar el libro de condolencias por el fallecimiento del mandatario de ese país. Pero los principales compromisos de la jornada vendrían después, durante sucesivos encuentros con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, y con una delegación de la Asociación Nacional de Departamentos de Agricultura de Estados Unidos (Nasda, por sus siglas en inglés).
Mientras que con el canciller ruso la conversación giró en torno al abasto de combustible y a las inversiones, con los estadounidenses hubo un tema principal sobre la mesa, las exportaciones agrícolas hacia la isla. «Somos un país pequeño, pero no un mercado despreciable; nosotros trabajamos para asegurar la alimentación de 11 millones de cubanos y cubanas», insistió el presidente de la isla.
En 2023, Cuba importó desde Estados Unidos unos 404 millones de dólares, posicionándose en el puesto 111 del escalafón de compradores de la nación norteña.
El peso preponderante dentro de las operaciones correspondió a los productos agrícolas y sus derivados, lista en la que La Habana alcanzó la posición 53 de 227, merced de los 342.6 millones de dólares que gastó fundamentalmente en pollo (282 millones).
Otras partidas menores se destinaron a adquirir carne porcina (10 millones), café (5.4 millones) y leche y sus derivados (2.9 millones). Una parte de las compras las realizó el sector privado.
Los datos los confirma un informe que publicó en febrero de 2024 el Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, una organización con sede en Nueva York que se dedica a monitorear los negocios entre ambos países.
Aunque el estudio no detalla cuáles operaciones involucraron empresas estatales cubanas y cuáles las nuevas formas de gestión (mipymes, cooperativas y cuentapropistas), sí brinda una idea del creciente peso del sector privado.
En 2019 —durante un contexto económico mucho más favorable para Cuba y cuando solo sus entidades estatales podían comerciar con el exterior—, el monto de los alimentos y de los productos agropecuarios importados desde Estados Unidos alcanzó los 257.6 millones de dólares, 85 millones menos que en 2023.
Con toda probabilidad, el incremento reciente se debió a las compras de particulares, pues el Gobierno enfrenta su mayor crisis económica en décadas, la cual ha forzado recortes en las importaciones de combustible y alimentos.
El desglose de la cesta de compras confirma los cambios en el ecosistema empresarial cubano, con una tendencia a la diversificación de compradores y a los intereses de compra.
Entre las nuevas compras sobresalen las realizadas al amparo de las «licencias específicas», un marco legal utilizado durante las Administraciones de Obama y de Biden para autorizar a actores privados cubanos a adquirir productos en principio no contemplados en la legislación estadounidense sobre el tema. La principal condición para las licencias es que las transacciones no beneficien al Gobierno de la isla.
En 2023, el monto de los negocios bajo licencias específicas superó los 24 millones de dólares, incluidos 5 millones que se emplearon para adquirir vehículos de motor.
Los «datos legitiman que son negocios reales [los privados en Cuba], que hay actividad comercial y que se está expandiendo. Hay un aumento del número de empresas, principalmente ubicadas en el sur de Florida, que están exportando productos de Estados Unidos a Cuba, específicamente en apoyo al reemergente sector privado», resaltó en El Nuevo Herald John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba.
Con destino a las mipymes
El Gobierno cubano inició 2023 con el incumplimiento de los ciclos de distribución de la canasta normada (mandados), una situación que un año después se mantiene.
Los funcionarios emplean el término «atrasos en la disponibilidad de inventarios» para encubrir el hecho de que no cuentan con dinero para pagar las importaciones de alimentos que necesita el país.
A la crisis no escapan ni siquiera las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), las cuales deberían ser puntas de lanza en la recuperación económica pretendida por las autoridades, pero que hoy sufren igual desabastecimiento que los comercios en pesos cubanos.
Mientras los anaqueles de los establecimientos estatales se vacían, los de los minimercados de las mipymes se surten —a pesar de la constante devaluación del peso cubano frente al dólar y de las limitaciones para adquirir las divisas necesarias para el reaprovisionamiento—.
Una parte de los productos en oferta son estadounidenses o provienen de ese país.
La demanda privada parece la única explicación plausible para el aumento de las importaciones cubanas desde Estados Unidos, que cerraron enero último con un monto superior a los 45 millones de dólares, 40 % más que en igual mes de 2023 y 114 % más que a inicios de 2022. La naturaleza de las importaciones revela el creciente protagonismo del emprendimiento isleño en el intercambio bilateral.
La Ley de Reforma de Sanciones Comerciales y Mejora de Exportaciones —dictada por la Casa Blanca en 2000— autoriza al Gobierno de La Habana solo a la importación comercial directa de productos alimenticios y agrícolas, previo pago en efectivo.
El comercio entre ambas orillas del estrecho de Florida se limitaría a ese tipo de compras y a los de productos sanitarios amparados por licencias específicas si la Administración Obama no hubiese creado un modelo de licencias también para el sector privado cubano. Fue una decisión visionaria, que ha revelado sus verdaderos alcances tras la creación de las mipymes y tras la expansión de la economía no estatal en