El sueño de Mariana de ser médico se frustró cuando, mientras cursaba el doce grado, salió embarazada. Pudo abortar, pero decidió tener a su hija, igual que su madre hizo con ella. Años después Mariana estudiaría enfermería y hoy es una excelente profesional. No se arrepiente de nada, según dice.
Su historia no es de las que tiene un final amargo, sin embargo, es un tanto agridulce. Y es que el embarazo en la adolescencia, en el mejor de los casos, limita el potencial de desarrollo de las gestantes en un rango etario de formación y pone en peligro, además, la vida de la madre y del bebé.
No es casual que este tema concite el interés de las autoridades cubanas y haya sido abordado en eventos como el congreso de la UJC. Cubadebate lo ha catalogado como un “desafío urgente dentro de la dinámica demográfica cubana que requiere una mirada integral”.
Casi el 20 % de los nacimientos en 2023 en Cuba corresponden a embarazos de niñas entre 12 y 19 años, la tasa de fecundidad, que mide el número de nacimiento por cada mil adolescentes, es de 50,6 entre niñas de 15 a 19 años y la fecundidad de hecho (embarazos llegados a término) entre quienes tienen 12 y 14 años pasó de ser el 3.8 % en 2018 a 5.4 % en 2023, según Cubadebate.
Embarazo en la adolescencia: factores que lo condicionan
De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología, se entiende por embarazo en la adolescencia al que ocurre “entre el comienzo de la edad fértil y el final de la etapa adolescente”. Esto es entre los 10 y los 19 años.
Uno de los factores biológicos que condiciona este fenómeno es la edad en que, como promedio, las mujeres tienen su primera menstruación (menarquia). Desde el siglo XIX el momento de aparición de la menarquía se ha adelantado en los países occidentales, como promedio, de los 16 a los 13 años en la actualidad.
Aunque las causas no están del todo claras, se considera que la alimentación, el horario de sueño, la falta de actividad física y otros factores relativos al estilo de vida influyen. Esto potencializa, consecuentemente, la aparición de embarazos más tempranos.
Pero no son sólo factores biológicos los que influyen a que el embarazo adolescente sea un problema de salud, las condicionantes psicosociales también tienen peso. Por ejemplo, las adolescentes embarazadas generalmente enfrentan escenarios marcados por la desprotección que ponen en riesgo su salud y están expuestas a situaciones socioeconómicas desfavorables, que el embarazo agrava.
De acuerdo a un artículo publicado en la revista Reproductive Health (Salud Reproductiva), los países de África tienen las mayores tasas de embarazos en la adolescencia a nivel mundial. Naciones como Mali, Angola, Mozambique, Guinea, Chad, Malawi, y Costa de Marfil presentan 175, 167, 143, 142, 137, 137 y 135 embarazos adolescentes por cada mil nacimientos al año, respectivamente.
Hay estudios que también demuestran que las adolescentes que se embarazan en países “desarrollados” presentan menor nivel educacional, mayores niveles de pobreza y “peores resultados de vida”, unidos al estigma que esto puede significar.
Finalmente, el embarazo en la adolescencia es también una de las primeras causas de muerte en niñas entre 15 y 19 años a consecuencia de complicaciones del parto como la eclampsia (hipertensión), endometritis puerperal e infecciones sistémicas.
Por otro lado, de acuerdo con la OMS, 21 millones de niñas entre 15 y 19 años quedaron embarazadas en 2019, de las cuales al menos la mitad expresó que su embarazo no era deseado. Esta cifra de fecundidad produjo efectivamente 12 millones de partos.
Aún cuando son números inaceptablemente altos, es justo señalar que, según la misma fuente, desde comienzos de siglo la tasa de nacimientos en la adolescencia ha disminuido un tercio, pasando de 64.5 a 42.5 por cada 1000 adolescentes. Sin embargo, en el comportamiento de este indicador hay marcadas diferencias regionales e, incluso, dentro de los propios países, lo que también ocurre en Cuba, como veremos más adelante.
Siguiendo con el reporte de la OMS, en los últimos años se ha observado una marcada disminución de los embarazos en la adolescencia en Asia.
En África Subsahariana y América Latina y el Caribe las cifras también se reducen, pero en menor medida. En el subcontinente africano se contabilizaron 97,9 nacimientos por cada 1000 niñas entre 15 y 19 años, mientras que en nuestra región, en 2023, fueron 51,4 nacimientos por cada 1000 niñas entre 15 y 19 años. Esta última cifra está muy cerca de la cubana, lo que sitúa a la isla en la media de su área geográfica. No es un buen resultado.
Entre los factores que se enumeran están la presión para que las niñas se casen y tengan hijos. Se calcula en 650 millones el número de novias infantiles en el mundo, según cifras de la Unicef.
Los Matrimonios y Uniones Infantiles (mujeres menores de 18 años) Tempranos y Forzados (MUITF) son una práctica nociva que va en contra del bienestar de las niñas y jóvenes, y viola sus derechos, incluido “el derecho a la educación y el derecho al más alto nivel de salud, incluida la sexual y reproductiva”, de acuerdo con un documento de la Cepal.
Algunos datos nos aclaran el porqué: las niñas y adolescentes casadas o en uniones duplican la cantidad de horas dedicadas al trabajo no remunerado que sus pares varones. Esto impacta en su educación e inserción laboral en una etapa clave de sus vidas. El 55,2 % de ellas se dedica exclusivamente al trabajo doméstico no remunerado y de cuidados, y sólo un 5,9 % al estudio, contra el 47,5 % de las jóvenes y adolescentes solteras que no son amas de casa y estudian.
Este fenómeno ocurre cinco veces más “en hogares en situación de pobreza, en poblaciones rurales, y está vinculado con la pertenencia étnica-racial”, según la misma fuente. Además, 8 de cada 10 mujeres en MUITF parió antes de los 20 años y la mayoría (52 %) de los embarazos fueron no deseados. Por otro lado, “el 17 % de las mujeres de 20 a 24 años que estaban casadas antes de los 18 años dio a luz a tres o más bebés vivos”, apunta el informe.
Otro tópico importante es el relativo a la violencia, pues las niñas y adolescentes en situación de MUITF son especialmente vulnerables. La violencia infligida por la pareja, de acuerdo con la Cepal, osciló entre el 13 % y el 18 % para las adolescentes de 15 a 19 años casadas o en unión. En ese sentido, entre el 15 % y el 20 % de las adolescentes casadas sufrió algún tipo de violencia física o emocional y el 4 % reportó violencia sexual en el año anterior al reporte (publicado en octubre de 2021).
Por otro lado, de acuerdo con informe de la OMS, publicado en 2020, 120 millones de niñas menores de 20 años habían tenido algún contacto sexual forzado.
Embarazo en la adolescencia en Cuba
De acuerdo con un artículo publicado en el sitio oficial del Ministerio de Salud Pública en 2019 y actualizado en 2021, luego de que en la década comprendida entre 1994 y 2005 se lograra una disminución en la tasa de embarazos durante la adolescencia, cuando cayó de 60 a 44,9, la tendencia había sido al aumento.
También causaba preocupación la fecundidad entre menores de 15 años, que aportaron alrededor de 400 nacimientos anuales en la última década. Camagüey y las cinco provincias orientales muestran los peores resultados y se sitúan por encima de la media del país.
Según las autoridades sanitarias cubanas, las causas que explicaban este fenómeno son en buena medida: las “barreras de acceso de los adolescentes a servicios de Salud Sexual y Reproductiva”, que se asociaban diversas violaciones de sus derechos sexuales y reproductivos, la brecha de género y otros aspectos.
Esto condicionaba a las jóvenes a llegar a la reproducción bajo la influencia familiar, de la pareja e incluso del grupo etario con el que comparten similares condiciones y oportunidades de vida en sus comunidades, así como por relaciones sexuales de