Seguimos en el tren de la polémica beisbolera, y hoy le propongo un Top 5 de (posiblemente) la posición que más protagonistas ha aportado a la novela de las Series Nacionales: la segunda base.
Seguimos en el tren de la polémica beisbolera, y hoy le propongo un Top 5 de (posiblemente) la posición que más protagonistas ha aportado a la novela de las Series Nacionales: la segunda base.
Como en todas las selecciones que hice y haré, la calidad a la ofensiva llevó el peso mayor, sin desdorar elementos capitales como durabilidad y aptitudes defensivas. Trato de ver al jugador integralmente, pero siempre con su capacidad atacante como super objetivo.
Toca lanzarse a la piscina.
Número 1: Antonio Pacheco
Es el único caso donde sé que no habrá discrepancias. ¿Querías un líder en el campo y el dugout? Él se encargaba. ¿Necesitabas un tipo que no desluciera al preceder a Omar Linares en el line up del Cuba y a Orestes Kindelán en la tanda de Santiago? Ahí lo tenías. ¿Soñabas con un camarero que, además de batear como un salvaje, defendiera eficaz y sobriamente? Pues con Pacheco resolvías todos los problemas, incluido el de pedirle que saliera de lesión para tomar un turno en un juego decisivo y contra rectas de 95 mph.
Número 2: Juan Padilla
A veces, el brillo descomunal en alguna faceta termina por opacar la gracia para otra. Decimos Miguel Ángel y todo el mundo piensa en el pintor de los frescos de la Capilla Sixtina, olvidando que también fue un escultor sensacional. Con Padilla pasa igual. Alcanzó tanta excelencia en el uso del guante (magia en estado puro) que se le minimiza con el barquillo en ristre. Pero he aquí que firmó 17 temporadas de casi dos mil hits, 149 bambinazos, average de .307 y OPS por encima de .800. Si no se cansó de hacer historia en el equipo nacional fue por Pacheco.
Número 3: Alfonso Urquiola
Nacido para jugar a la pelota, en el ‘8’ se juntaron voz de mando, picardía callejera y habilidad innata: el resultado de tanta fusión fue un elemento fundamental para el despegue de Pinar del Río en los campeonatos nacionales. Pivoteaba sin mirar a la inicial, su posicionamiento parecía sacado de los archivos sabermétricos y encima blasonaba de batear hacia cualquier parte del campo, lo mismo con la majagua que con el aluminio. Algún día, sus instintos beisboleros serán objeto de estudio.
Número 4: Oscar Macías
La Habana de las dos últimas décadas del siglo pasado tuvo como estandartes a Romelio Martínez y Pedro Luis Rodríguez, pero pobre del que ignore la presencia del fornido güireño que despachó 286 jonrones, fijó slugging sobre .500 y pro