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“¡Buenos días, ‘broder’!” fue el sorprendente saludo que dio inicio a una conversación telefónica inesperada. Mi interlocutor confesó haber cometido un error al transferir 450 CUP de saldo móvil, fondos que, en realidad, estaban destinados a otra persona. “¿Podrías reenviármelo?”, solicitó finalmente.
Con cortesía, accedí a revisar mi saldo para verificar la autenticidad de su solicitud. La consulta reveló que disponía de 59.15 CUP. Dado que había realizado una compra reciente, cualquier transferencia adicional sería fácilmente identificable. Surgió entonces una sospecha: ¿podría tratarse de un intento de estafa?
Decidí escudriñar el mensaje que supuestamente confirmaba la llegada de la transferencia. A primera vista, parecía un mensaje estándar de Etecsa, la empresa de telecomunicaciones de Cuba. Sin embargo, algo no encajaba: en lugar de mostrar el nombre de contacto habitual, se presentaba un número privado. Era el anzuelo perfecto para u