Niños, mujeres y hombres palestinos exigen gas para poder cocinar, a 25 de abril de 2024. Foto: Saher Alghorra/ Europa Press.
El ejército israelí ha redoblado sus bombardeos por toda Gaza y ha roto la relativa calma de las últimas semanas como preparativos de una nueva ofensiva en el sur de la Franja. El Gabinete de Guerra del primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha ultimado el plan de ataque de Rafah, la última ciudad que queda por arrasar en Gaza.
Para ello el ejército ha desplegado miles de soldados y varios campamentos de tiendas de campaña destinados a albergar a los cientos de miles de palestinos que serán obligados a dejar esa localidad ante el asalto terrestre israelí.
El jueves, Netanyahu se reunió con su Gabinete de Guerra para concretar esos planes del asalto a Rafah, ya inevitable a pesar de las presiones de Estados Unidos para llevarlo a cabo cuando exista un programa concreto de evacuación civil de la ciudad.
El portavoz del Gobierno israelí, David Mencer, confirmó que la intención de la operación militar en Rafah es “destruir los últimos vestigios” de las milicias de Hamás.
No obstante, el Gobierno de Netanyahu indicó que está dispuesto a mantener una última negociación con Hamás este fin de semana, antes de dar el paso final. Israel ha puesto sobre la mesa la exigencia de liberar a parte de los rehenes que permanecen en manos de las milicias palestinas, posiblemente en Rafah.
La amenaza de un éxodo palestino se cierne sobre Gaza
Al miedo de que en Rafah se repita la destrucción de la ciudad de Gaza, la capital de la Franja, en el norte, o de Jan Yunis, en el centro, se suma el creciente temor al éxodo forzado del cerca de un millón y medio de personas que se encuentran en Rafah.
Son ya más de 34 000 los muertos palestinos, el 75% de ellos mujeres y niños, por la escalada militar israelí en Gaza, que supera ya los doscientos días de destrucción y matanzas. Más de 77 000 gazatíes han resultado heridos y hay 8 000 desaparecidos, la mayoría enterrados bajo los escombros y ruinas, pero también en las fosas comunes cavadas por los buldóceres israelíes.
Hace unos días, el subdirector de operaciones en Gaza de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, Scott Anderson, alertaba del “miedo palpable” que existe en Rafah ante la inminente operación terrestre israelí y resaltó la necesidad de un plan de evacuación de sus habitantes que evite un éxodo caótico.
Ahora, ese miedo se ha incrementado por los miles de soldados israelíes que se han unido en las últimas jornadas a los ya desplegados en el cerco de Rafah y en los campamentos que se están ubicando en los alrededores de esa urbe.
Egipto sigue con mucha atención los pasos que está dando Netanyahu. En El Cairo existe la sospecha de que Israel pudiera forzar la huida de los palestinos de Rafah hacia su frontera y así completar el plan desplegado meses atrás sobre la mesa del Gabinete de Guerra de Netanyahu: la reclusión de cientos de miles de palestinos en campamentos de refugiados en la península egipcia del Sinaí.
Egipto rechaza esta posibilidad, aunque lleva meses preparándose para ella, con sus propios campamentos de refugiados levantados ya en esa región y