Desde muy pequeño, Alejandro Arcas practicó karate, aunque lo dejó mientras cursaba el cuarto grado. Sin embargo, nunca se alejó del deporte, y con 23 años regresó de lleno a la práctica de las modalidades de combate. «Mis amistades me embullaron a practicar aikido, y después el kickboxing. Sentí que podía dedicarme a esto», comentó.
Dice que en las artes marciales vio una motivación para escapar de los problemas personales. «Convertí la práctica del deporte en la manera correcta de emplear mi tiempo libre, aprendí a defenderme y a eliminar toda esa energía negativa que tenía alrededor», agregó.
Cumplió con su propósito de realizarse como un peleador profesional. «Mi primera pelea a ese nivel llegó con una convocatoria para un cartel en Trinidad y Tobago. La organización del evento buscaba un peso completo, y me preguntaron si yo estaba listo: accedí a pelear. Pude observar que varios de los contrincantes estaban por debajo de mis compañeros en Cuba, pero tenían un oficio competitivo del cual care