El gobierno cubano vuelve a desenvainar las fuentes renovables de energía (FRE) como alternativa de desarrollo y sobrevivencia, con un programa de inversiones aceleradas en parques fotovoltaicos a lo largo del país. Desde finales del año pasado, retomó la idea casi adormecida de elevar sensiblemente los rangos de consumo de electricidad a cuenta del sol.
Acuerdos recientes renuevan la intención de que las FRE participen en un 24 por ciento en la matriz energética cubana 2030, proporción casi cinco veces superior a la actual. Esta meta la había adoptado el gobierno desde 2014 tras discutir ese año la Asamblea Nacional del Poder Popular la política de transición energética.
Pero el plan no había avanzado mucho desde entonces y prácticamente se detuvo con el castigo de la covid. Actualmente esas fuentes sostienen alrededor del 5 por ciento de la matriz energética, de un 4 por ciento de participación hace diez años.
En conferencia de prensa, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó hace un mes que, para recuperar el atraso, el país se propone ahora instalar 92 parques solares fotovoltaicos hasta 2028. Con estas inversiones el país se ahorraría 750 000 toneladas de combustible, aproximadamente la quinta parte de lo que importa hoy. Un dato relevante este, en medio de la crisis energética que ha limitado en Cuba el consumo de combustibles y la distribución de electricidad por roturas y otros conflictos en viejas termoeléctricas de petróleo.
“Hemos apostado por salir de la crisis con recursos propios, a pesar de la situación energética que enfren