Cuando Agnieska Hernández subió al escenario de la sala Adolfo Llauradó, en la tarde del pasado 22 de enero, para recibir el diploma que la confirmaba como ganadora del Premio Virgilio por su pieza Ana, la gente está mirando la sangre, pensé en José Quiroga. Nacido en Cuba, el reconocido profesor y ensayista había fallecido solo unos pocos días antes de esa ceremonia, y al saber que el texto ganador tenía como eje principal a Ana Mendieta, imaginé cuánto le hubiera gustado a él saber que en La Habana una dramaturga y directora dialogaba con una de las artistas que más le interesó.
En uno de sus viajes a la Isla, de la cual salió muy temprano (en su niñez, como Ana) Quiroga trató de localizar las esculturas que Mendieta creó en la Cueva del Águila, allá en las Escaleras de Jaruco. No las halló, y dejó un valioso ensayo sobre esa búsqueda, que puede servir de guía a quien se adentre en el misterio y la permanencia de esa mujer entre nosotras y nosotros. Como una figura puente que interconecta a los interesados en su enigma, en su obra, y la procuren más allá de la circunstancia trágica de su muerte.
Ana Mendieta, el cuerpo roto de una Cuba que regresa
Ana Mendieta llegó a los Estados Unidos en 1961, acompañada por su hermana Raquel: dos niñas atrapadas en el fragor de la Operación Peter Pan. Sus padres, recelosos del cariz que iba tomando la Revolución, las enviaron hasta Iowa, y la experiencia marcaría toda la vida de la futura artista.
Allí, en la Universidad de Iowa, tuvo la suerte de conocer y recibir las enseñanzas de Hans Breder, el profesor que abrió un campo de estudios vinculado a los nuevos medios visuales con su programa Intermedia. De ahí su contacto con las nociones de performance y empleo del video y la fotografía como registros, que tanto aprovecharía.
De esas ganancias vienen obras tempranas que impresionan a varios especialistas: Death of a chicken (1972) y Rape scene (1973). En la primera, se decapitaba a una gallina ante los espectadores y Ana bañaba su cuerpo desnudo con la sangre del ave sacrificada. Y en la segunda, reconstruía la muerte violenta sufrida por una compañera de estudios. Es también ya la época en que dio inicio a su célebre serie titulada Siluetas, que explora la huella del cuerpo femenino (su cuerpo) en relación con el paisaje, con la naturaleza, según los postulados del body art y el land art, florecientes en ese contexto.
Para los años 80, Ana Mendieta ya ha ganado el apoyo de varios fondos y becas, extiende su trabajo a una estancia en Roma, y por fin regresa a Cuba. La primera visita fue justo en 1980, y estuvo organizada por el Círculo de Cultura Cubana. Le seguirían otros seis viajes, en los cuales interactuó con importantes creadores entonces emergentes, y expuso algunas obras, aunque siempre dichas muestras resultaron en cierto modo no tan visibles como podría esperarse.
Para los años 80, Ana Mendieta ya ha ganado el apoyo de varios fondos y becas, extiende su trabajo a una estancia en Roma, y por fin regresa a Cuba.
En 1983, al salir de regreso a Estados Unidos, le revisaron su equipaje, y entre las cosas que le impidieron llevarse estaba una obra de Flavio Garciandía. En 1984, pese a ello, también expuso en la Bienal de La Habana. La muerte, el 8 de septiembre de 1985 impidió que se consolidaran otros proyectos esbozados. Y a partir de esa fecha trágica, el mito de esta mujer comenzó a levantarse a otra dimensión, influyendo, no solo en quienes la trataron en Cuba, sino como un ejemplo de las tensiones que también en el mundo del arte pueden ocasionar desenlaces terribles, a partir de lo sucedido entre ella y su esposo, Carl André.
Participante de la línea del arte minimal, André era una figura ya reconocible en el ámbito que Ana Mendieta comenzaba a penetrar, cuando ambos se conocieron. La imagen se invirtió cuando fue ella quien empezó a llamar la atención, con su obra visceral, aferrada a los mitos y ritos del renacimiento del cuerpo y el paisaje, y sin dudas impactante a nivel visual.
Se habían encontrado en 1979, y se casaron en enero de 1985. En la llamada a Emergencias que André hizo a la policía, narró que su esposa y él habían tenido una discusión acerca de cómo él estaba más presente en el circuito de las artes visuales, y que en medio de la fuerte querella, Ana había salido hacia su habitación y había saltado por la ventana. Treinta y cuatro pisos más abajo, su cuerpo se estrelló contra el techo de un restaurante.
Ana había salido hacia su habitación y había saltado por la ventana. Treinta y cuatro pisos más abajo, su cuerpo se estrelló contra el techo de un restaurante.
André fue sometido a juicio por supuesto homicidio —su rostro estaba marcado por arañazos—, pero terminó siendo liberado de todos los cargos, en 1988, tras un proceso que no incluyó la presencia de un jurado. No han sido escasas las ocasiones en que muestras de André han recibido el rechazo de quienes aún piensan que fue él quien causó la muerte de la joven nacida en Cuba.
En enero de 2024, André murió, a los 88 años. Y Amazon Prime Video ya anuncia una producción televisiva en la cual America Ferrera (nominada al Oscar como actriz secundaria por su aparición en Barbie) interpretará a Ana Mendieta. El punto de partida de esa producción será Naked by the