“La bella y la bestia”, en este caso nada buenos ambos. En realidad el juicio en la Corte de Manhattan se trata de si “el dinero lo puede todo o no” en los EE.UU. ¿Será así?. Fotos: The Guardian.
En la historia humana han existido momentos decisivos, muchos de los cuales han tenido que ver con eventos militares y/o violentos que han cambiado épocas. Pero también han existido otros momentos de gran importancia relacionados con juicios que han desmantelado, en las condiciones más adversas, el status quo, por su sabiduría o por llevar a una gran audiencia las verdades que se pretendían ocultar e incluso castigar.
Muchos han sido los juicios que han marcado el devenir de los tiempos de las distintas culturas y civilizaciones. Las ideas y pensamientos que se extrajeron de algunos de estos procesos judiciales se divulgaron rápidamente por el mundo debido a su importancia social, política y económica.
Pretendo poner unos pocos ejemplos, aprovechando de que estamos presenciando el juicio contra Trump en la ciudad de Nueva York, cuya importancia real y completa solo sabremos en el futuro. Solo pretendo alertar el no subestimar los resultados que puede conllevar un juicio, sobre todo en nuestra época con un enorme despliegue mediático.
Ejemplos de juicios que han marcado cambios importantes en la sociedad y el pensamiento humano:
El juicio de Salomón
Pintura de Nicolas Poussin, 1649.
La decisión del rey Salomón de Israel (el sabio hijo de David), y su famoso veredicto en el caso del hijo disputado por dos supuestas madres ha llegado hasta nuestros días como un modo ejemplar de hacer Justicia, de dar a cada uno lo suyo. Lo que le corresponde, en este caso dando a una madre lo más preciado para ella, la vida de su hijo.
Sin embargo, otros juicios no han pasado a la historia precisamente por lo justo de sus condenas, sino porque su inmoralidad y arbitrariedad inmortalizó a los condenados y, a la postre, sus principios se impusieron al atropello. Decía el gran A. Lincoln que “Se puede engañar a todo el mundo una parte del tiempo, o todo el tiempo a una parte del mundo, pero no a todo el mundo todo el tiempo”.
Prefirió la muerte antes que doblegarse a la injusticia: Sócrates y la cicuta
Enormes principios. Sócrates prefiere la muerte a aceptar lo que él no consideraba un crimen. Siglo XVII. Galería Palatina, Florencia.
Si el filósofo Sócrates hubiera suplicado clemencia ante el jurado formado por 500 ciudadanos atenienses libres, cuando fue acusado de despreciar a los dioses y de corromper la moral de la juventud (homosexualidad), lo más seguro es que el jurado hubiera modificado su decisión y no le habrían ejecutado. Murió por ingestión de cicuta en el año 399 antes de Cristo.
El veredicto de la más cobarde indiferencia: Poncio Pilatos inmortaliza a Jesús
Poncio Pilatos se lava las manos, sucias para siempre. Imagen Capilla Sixtina.
Jesús de Nazareth, un brillante y revolucionario rabino judío más conocido por la posteridad como Cristo, también murió por defender sus principios e ideales. Y acepto, en silencio, su injusta sentencia a muerte dictada por el procurador romano, Poncio Pilatos, acusado de blasfemo por titularse hijo de Dios y también de “rebelión contra Roma”. Por ello, fue crucificado en el monte Calvario. El romano obtuvo el efecto contrario al “lavarse las manos”, las enlodó permanentemente ante la historia.
Este juicio de hace casi dos milenios, debe ser muy observado y materia de seria introspección para aquellos que pretender ser “centristas” o “neutrales”. No se puede estar en el medio entre el bien y el mal, eso es solo un pretexto de los cobardes o desalmados como Poncio Pilatos, el gobernador romano de Gaza.
Renunciando a sus ideales. Galileo: “Mi vida vale más que la Ciencia”
Galileo se retracta de sus trascendentales descubrimientos científicos. Lo de “E pur si muove” después, me suena bastante improbable. Imagen de Welcome Collection.
Quien no tuvo ningún problema en renunciar a sus ideales para salvarse fue el físico Galileo Galilei. Este científico sostenía que era el Sol y no la Tierra, como afirmaba la Biblia, el centro de nuestro sistema planetario, dando origen a la teoría heliocéntrica. Sin embargo, durante el juicio frente a la Santa Inquisición, Galileo se retractó de su teoría, que él sabía muy bien era absolutamente incuestionable y de esa manera no expuso su preciada epidermis a las absurdamente altas temperaturas de la hoguera.
¡Yo acuso!
En las antípodas de Galileo, se encuentra el gran intelectual francés Emile Zola. En 1894, los servicios de contraespionaje del Ministerio de la Guerra francés interceptan un documento dirigido al agregado militar alemán en París en el que dan informaciones concretas sobre el nuevo material de artillería francés. Había que encontrar a un culpable y rápido.
Alfred Dreyfus deshonrado como “traidor” (1895). Imagen de Petit Journal.
Se acusa al capitán Alfred Dreyfus, de treinta y cinco años, judío y alsaciano. Dreyfus es arrestado, juzgado y declarado culpable de alta traición, con cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa.
Únicamente la familia de Dreyfus, convencida de su inocencia, busca apoyo entre los políticos y la prensa.
En marzo de 1896, la inteligencia militar francesa descubrió una carta enviada por el agregado militar alemán en París al mayor Ferdinand Walsin – Esterhazy y la respuesta de este. Después de comparar la letra de Esterhazy con la del reporte secreto, quedó clara la culpabilidad de Esterhazy del que Dreyfus había sido condenado.
Émile Zola, intelectual socialista, consciente de los riesgos que corre, plantea la cuestión ante la opinión pública en su cé