PUERTO PADRE, Cuba.- Juzgado en Miami, el viernes pasado fue noticia internacional un suceso bochornoso por partida doble. Luego de más de 40 años espiando para la dictadura castrocomunista de Cuba y sin ser detectado por los servicios de trabajo operativo de Estados Unidos, el colombiano Víctor Manuel Rocha, naturalizado como ciudadano estadounidense, fue encontrado culpable de varias transgresiones penales —ninguna de ellas del crimen base que es el delito de espionaje— y por esos cargos fue condenado a 15 años de cárcel y a pagar una multa de medio millón de dólares.
Pero el caso Rocha ,aunque en materia penal ha concluido con esas “benévolas” sanciones de 15 años de privación de libertad y multa de 500.000 dólares, no ha concluido en materia civil, porque, aunque Víctor Rocha, por acuerdos secretos con la Fiscalía —lo que debe tener muy preocupados al general Raúl Castro y a sus oficiales en Cuba— no fue acusado por el delito de espionaje, sí fue sentenciado por otros crímenes, que son ilícitos penales que han causado daño o perjuicios a otros, y, por consiguiente, conllevan resarcimiento.
Primero que todo, durante más de cuarenta años y de forma progresiva, consiguiendo promoción en sus misiones como diplomático, Víctor Manuel Rocha engañó al Gobierno de Estados Unidos, quien en ese lapso, mes por mes, le pagó un sueldo proveniente de los contribuyentes estadounidenses, que suman millones de dólares, que le permitieron adquirir bienes inmuebles multimillonarios, mientras él, el Rocha, como agente secreto servía al régimen totalitario de Cuba, aliado de Moscú y de todos los enemigos polític