Por Fernando Pedrosa
Se realizaron las elecciones generales en Rusia y todo salió tal cual se planificó desde el Kremlin. El reporte formal de la autoridad electoral anunció que, luego de tres de días de votaciones, el candidato oficialista Vladímir Putin triunfó con más del 87% de los votos. Así, el próximo martes 7 de mayo de 2024, y a sus 71 años, comenzará a transitar su quinto mandato como presidente del país más grande del mundo. La constitución prescribe que el mandato se extenderá por seis años y podrá ser reelecto si también triunfa en las siguientes elecciones.
A pesar de algunos intentos opositores, ligados al asesinado Alexei Navalny, no se registraron protestas políticas. Ni en Rusia ni en el extranjero, donde, además, se pudo votar en las sedes diplomáticas, incluso en las zonas pertenecientes a Ucrania y ocupadas por las fuerzas armadas rusas.
El gobierno ruso afirmó que la participación electoral fue alta, incluso mayor que en las votaciones anteriores. También aseguraron que el voto electrónico y anticipado por correo no tuvo problemas, ni ocasionó reclamos. La antigua Agencia Rusa de Noticias (sobreviviente de la Unión Soviética) señaló que hubo 129 países observadores para certificar la transparencia de los comicios.
El candidato oficialista no fue el único disponible para ser electo. Tres partidos más compitieron con Rusia Unida, la organización fundada por Putin, que encabeza una coalición llamada Frente Popular Panruso. Sin embargo, ninguno de los candidatos de esas formaciones llegó a alcanzar el 5% de los votos (obtuvieron 4,31%, 3,85% y 3,20% respectivamente). Por otra parte, tampoco representaron una alternativa, siquiera moderada, frente al poder de Putin.
De hecho, lo que muestran como virtuoso en el proceso electoral, es que los tres candidatos que compitieron contra Putin reconocieron la legitimidad de la votación. Al día siguiente, se reunieron junto con el flamante ganador para comprometerse a trabajar en conjunto. Y se tomaron una fotografía que fue profusamente difundida por el gobierno ruso y sus agencias.
¿La única verdad es la realidad?
La formalidad y las escenografías montadas desde el poder no pueden esconder la realidad. La Real Academia Española define “farsa” como una acción realizada para fingir o aparentar. Y es una excelente palabra para describir el proceso electoral que tuvo lugar en Rusia por estos días. Pero farsa no significa comedia ni que en la cima del poder ruso lo consideren poco importante. Todo lo contrario.
Las elecciones también escenificaron la necesidad de mostrar internamente la vigencia del poder de Putin y enviar un mensaje a la comunidad internacional. Sus pretensiones externas siguen en carrera y reforzadas. Paradójicamente, quizás sea más determinante para su futuro las elecciones en Estados Unidos que las propias.
Aun sin competencia real, las elecciones ponen en c