AREQUIPA, Perú – Ángel de la Torre era un hombre singular. Le llamaron muchas cosas, desde loco hasta aventurero. Lo cierto es que sus acciones le ganaron celebridad en La Cuba de los años 40. Un cubano memorable.
En punto de su vida adulta, Ángel buscó vivir en armonía con la naturaleza y se instaló en el bosque de La Habana para existir frugalmente, por lo que fue conocido desde entonces como el Tarzán cubano.
Aunque considerado excéntrico por las autoridades, sus arriesgadas hazañas lo hicieron popular entre el público y los medios de comunicación. A menudo desafiaba el peligro, como cuando realizó un espectacular clavado desde el puente Asbert (conocido también como puente de 23) al río Almendares, dejando a todos impresionados.
El Tarzán cubano, un hombre de tez mulata y barba abundante, una noche también tomó una canoa y tras remar río abajo se dirigió a La Habana bordeando el litoral para, finalmente, desembarcar frente al castillo de La Punta escasamente vestido con un taparrabos