La Habana, 12 abr.- Con una política más audaz y mecanismos de pago flexibles tal vez Alexis Rodríguez hubiera apostado por paneles solares fotovoltaicos para su vivienda, en vez del generador portátil que le permite afrontar los apagones que acompañan las recurrentes crisis energéticas en Cuba.
“Hace un poco de ruido, el combustible está caro, pero puedo tolerar lo uno y resolver lo otro. Lo que sí no es posible es que mi familia y yo pasemos noches y madrugadas a oscuras, sin descansar, con calor y mosquitos, y con el riesgo de que se echen a perder alimentos”, argumentó a IPS este barbero residente en la oriental ciudad de Holguín.
Rodríguez desembolsó hace pocos meses 850 dólares por un equipo de 2500 vatios (W) de potencia y consumo de gasolina.
A Marileydis Pérez, una trabajadora en su hogar en Batabanó, al sur de La Habana, su hijo le envió desde Estados Unidos una planta eléctrica de 900 W “para poner los ventiladores, el televisor y encender las luces en las noches de apagón”.
Pérez comentó a IPS que, aunque el gobierno creó un sistema de turnos para la venta de gasolina, “apenas cinco litros” para quienes tienen censados los equipos, “solo he podido comprar una vez en dos años”. Ante ello, recurre al mercado negro para abastecerse.
Muy dependiente de las importaciones de combustibles, Cuba consume más de ocho millones de toneladas anuales, de las cuales casi 40 % lo cubre el pesado crudo nacional con un alto contenido de azufre, utilizado sobre todo en la generación termoeléctrica.
“El panel solar es lo máximo, no hay gasto de combustible ni ruido. Pero hace falta que se vendan con facilidades, que haya estímulos reales para que muchas personas apuesten por él”: Félix Morffi.
Durante el último lustro, en paralelo al deterioro de la situación económica interna, la caída de las principales fuentes de divisas y el fortalecimiento del embargo estadounidense, las autoridades han confrontado crecientes dificultades para cubrir la demanda de carburantes.
Una actualización de los precios minoristas en el mercado interno conllevó un aumento de más de 400 % de las tarifas de venta desde el 1 de marzo.
El litro de gasolina regular pasó de 25 a 132 pesos cubanos (equivalente a 1,10 dólares según la tasa oficial). Idéntico aumento registró el diésel regular.
En el mercado sumergido un litro de gasolina regular cuesta de 250 a 300 pesos, de 0,70 a 0,85 centavos de dólar teniendo en cuenta la tasa cambiaria paralela a la del Estado.
En este país de 11 millones de habitantes, el salario medio mensual equivale a unos 40 dólares; unos 13,90 dólares en el mercado informal de referencia para una importante cantidad de productos, bienes y servicios a los cuales acceden las familias en busca de satisfacer necesidades básicas.
Las vicisitudes energéticas han estimulado la importación de plantas eléctricas, al igual que su venta en el mercado negro. Tiendas estatales en divisas también las comercializan con precios muy elevados y lejos del alcance de los bolsillos de una mayoría de familias.
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