La escalinata de la Universidad de La Habana. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate
Cuba ofrece educación gratuita a todos sus ciudadanos en todos los niveles, lo que la convierte en una de las pocas naciones del mundo con un sistema de este tipo. Tiene una de las tasas de matrícula y alfabetización más altas del mundo, y la educación tiene una inmensa importancia en su cultura.
En la mayor parte del mundo, a los que van a la escuela se les etiqueta como estudiantes. Cuando se gradúan, dejan de ser estudiantes. Esta creencia lleva a la idea errónea de que las personas que ya no asisten a la escuela tienen todo el conocimiento necesario del mundo y, por lo tanto, son mejores que los estudiantes que aún no han aprendido.
En Cuba el aprendizaje no se limita a los jóvenes. Un ejemplo apropiado de esta filosofía es la Cátedra del Adulto Mayor, desarrollada por varias instituciones educativas de Cuba para alentar a los adultos a continuar su búsqueda de conocimientos. El sistema educativo cubano ha convertido la educación en una actividad vitalicia, y su interacción con la comunidad ha convertido a los cubanos en aprendices de por vida.
Este modelo mantiene viva su curiosidad e inquietud, convirtiéndolos en autodidactas. Esta perspectiva hace que la sociedad sea más comprensiva y equitativa, ya que es más probable que todos estén abiertos a nuevas opiniones y lecciones, independientemente de la fuente de información.
A nivel mundial, la educación es una tarea costosa. Nuestra percepción común es que más dinero equivale a mejor calidad. Esta filosofía ha permeado todas las fases de nuestra vida, incluida la educación. En muchos países, las escuelas privadas se consideran superiores a las públicas, y las universidades más prestigiosas son inasequibles para la mayor parte de la población mundial.
Cuando la educación se vuelve inasequible, obliga a las personas a abandonar los estudios o a pedir préstamos, lo que promueve una cultura tóxica d