El gobierno cubano había anunciado que en febrero del 2024 se «avanzaría en la presentación de propuestas para redimensionar el mercado cambiario, la intervención del informal y el control del tipo de cambio en el país», incluyendo «la determinación de la tasa de cambio y la formación de precios».[1] En abril del 2024 aún no hemos visto publicado o legislado nada, sobre este tema tan sensible para todos.
En la propia intervención del primer ministro se dijo que había que «recuperar los flujos de remesas, incentivar su captación y estudiar la factibilidad de nuevos canales, plataformas y el empleo de escenarios digitales para las remesas y operaciones bancarizadas de cobros y pagos desde el exterior», así como implementar un «nuevo mecanismo para la asignación y gestión de la liquidez para todos los actores económicos».
Aunque ya pasó el primer trimestre de 2024 y aún no se han dado a conocer esas propuestas, podemos reflexionar un poco sobre esas intenciones, que son válidas, lo dudoso es como se puedan lograr.
En primer lugar, llama la atención el hecho de que por ninguna parte se hable de restablecer las funciones que tuvieron en su momento las Casas de Cambio (CADECA), creadas en junio de 1994. Durante varios años no solo compraban divisas extranjeras, sino también las vendían, un aspecto primordial cuando se habla de mercado cambiario porque las transacciones en cualquier mercado siempre operan en ambos sentidos.
Durante varios años no solo compraban divisas extranjeras, sino también las vendían, un aspecto primordial cuando se habla de mercado cambiario.
Los precios iniciales que estableció CADECA en los años 90 estaban muy cercanos a los del mercado informal de aquel entonces, lo que permitió «intervenir» el mercado con métodos económicos. La población, lógicamente, prefería ir a una institución oficial de fácil acceso donde no obtendría dinero falsificado ni sería extorsionada. Y donde, además, el tipo de cambio no se diferenciaba demasiado del tipo de cambio del mercado informal.
La tarea no era solo recaudar divisas, sino también obtener un diferencial entre el tipo de cambio de compra y de venta, monitoreando la oferta y la demanda e influyendo CADECA en una paulatina recuperación del tipo de cambio de la moneda nacional.
Es cierto que hubo momentos en los que solo se podía comprar hasta 100 dólares estadounidenses por persona y por transacción —o menos cantidad en el interior del país—, pero nada impedía que varios familiares pudieran ir a comprar divisas el mismo día. O que una misma persona fuera varias veces el mismo día a la misma oficina. O a varias oficinas de CADECA en diferentes lugares. Después se eliminó ese límite de 100 dólares por persona.
Debe aclararse que hasta el 2004 la moneda que circulaba era el dólar norteamericano. A partir de ese año dejó de circular el USD pero apareció el llamado CUC, una moneda cubana convertible que tenía la misma paridad del dólar para las compras dentro de la Isla y se cambiaba sin problemas en CADECA. Aunque el mercado informal de divisas no desapareció, la tasa informal por lo general variaba apenas unos centavos de dólar de la tasa oficial.
El atentado a las Torres Gemelas de Nueva York provocó la caída del turismo en todo el mundo, incluyendo Cuba. El tipo de cambio de compra subió de 24 a 26 pesos por dólar, buscándose un equilibrio entre la oferta y la demanda.
Pudiera argumentarse que el tipo de cambio de CADECA se mantuvo sin grandes variaciones durante largos períodos, y no siempre por existir equilibrio entre la oferta y la demanda de divisas o entre los volúmenes de compra de divisas y de venta. Pero lo cierto es que durante muchos años el mercado informal se logró contener o casi no existía.
El tipo de cambio de CADECA se mantuvo sin grandes variaciones durante largos períodos, y no siempre por existir equilibrio entre la oferta y la demanda de divisas.
Lo real es que en esa época el país tenía una situación económica tensa, pero habían planes y reformas que empezaron a dar resultados. También influyó que no hubiera en aquel momento tanta demanda de divisas, ya que no existían empresas privadas que pudieran importar, ni se salía al exterior con facilidad.
Las páginas de Internet, a las que se tilda de ser las culpables de la actual devaluación del peso cubano, en aquellos tiempos no tenían manera de desarrollarse y prosperar en el caso de Cuba, como sí lo hacían en el de Venezuela, por ejemplo. CADECA cumplía con su objetivo de influir en la determinación de la tasa de cambio para operaciones de particulares.
Pero llegó el momento en que se hizo evidente que ya el país estaba próximo a realizar una supuesta «unificación monetaria». Podrían existir otras razones económicas —mayor presión del bloqueo de Estados Unidos, crisis internacional, etc.—, pero la expectativa de la unificación monetaria, sumada a la desconfianza sobre un exitoso futuro desarrollo de ese proceso, más la elevada emisión monetaria resultado del déficit presupuestario, conllevaron a un desmedido incremento de la demanda de divisas de la población en CADECA.
Hay que tener en cuenta que cuando desapareció el CUC en enero del 2021, casi todas las tiendas en divisas que empezaron funcionaban en una moneda electrónica llamada MLC. Era una estrategia que se había empezado a implementar desde 2019, primero solo con electrodomésticos, y luego en 2020 se amplió la cantidad de puntos de ventas y se extendió este sistema a otros productos esenciales de aseo y comida. Para 2021 la gran mayoría de los supermercados en la Isla solo operaba con MLC, el CUC —hasta su desaparición— y el peso cubano quedó principalmente para la adquisición de módulos de comida y aseo que el Estado vendía de forma controlada cada cierto período de tiempo.
En enero del 2021, casi todas las tiendas en divisas que empezaron funcionaban en u