PUERTO PADRE, Cuba.- Llamada Carta Magna, Ley Fundamental o Ley Primera, la madre de una nación republicana lo es, en su más estricto sentido de origen, principios, causas y cauce, su Constitución, que estableciendo los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, sin intromisión de ninguno de ellos, da cabida a todos los ciudadanos de una nación por igual, de la misma forma que una madre procrea a todos sus hijos. Y, Cuba, la República de Cuba en Armas, tiene su origen en la Constitución de Guáimaro, firmada en esa ciudad el 10 de abril de 1869, cumpliéndose ahora 155 años de tan importante precedente jurídico y patrio.
“Tres leyes del espíritu humano encontramos en la conciencia: la de pensar, la de hablar y la de obrar. A estas leyes, para observarlas, corresponden otros tantos derechos imprescriptibles e indispensables para el desarrollo completo del hombre y de la sociedad. Al derecho de pensar libremente corresponden la libertad de examen, de duda, de opinión, como fases o direcciones de aquel…”, había dicho Ignacio Agramonte en su época de estudiante, en un ejercicio de Derecho Administrativo, en una argumentación en contra del colectivismo y en defensa de los derechos civiles que, hoy, en Cuba, tiene tanta o más vigencia que cuando Agramonte dijo:
“A pesar de que la razón y la experiencia nos demuestran que no podemos formarnos una opinión exacta en ninguna materia sin examinarla previa y detenidamente, no han faltado hombres y aun clases enteras en la sociedad que con miras interesadas y ambiciosas han querido despojar al hombre de esos derechos revelados por la razón a todos”.
Fue así que Ignacio Agramonte, asistido por Antonio Zambr