Su voz es inconfundible. Con décadas de ejercicio profesional, la presentadora de los espacios cinematográficos Arte 7 y Te Invito al cine es uno de los rostros, y voces, representativos de la pequeña pantalla cubana.
Lo que pocos saben es que, antes de consolidarse en los medios, Martha Araújo se formó como profesora de Literatura y Español en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona; camino que, curiosamente, posibilitó que su destino se cruzara con el del séptimo arte. En su cotidiano, un buen libro es tan imprescindible como una película; a veces incluso más.
Su trayectoria de más de dos décadas le ha permitido construir una carrera sólida. Desborda destreza y maestría en lo que hace, por eso no pasa inadvertida para los televidentes. Su carisma, dedicación, así como una vasta experiencia y pasión por el audiovisual se perciben en la calidad de su trabajo.
Martha Araújo es hoy una de las presentadoras más queridas de la isla y su espacio dominical en Arte 7 una compañía acogedora para el público cubano.
De andar inquieto, esta entusiasta mujer nacida en La Habana el 19 de mayo de 1964 es una persona accesible, amable. Le gusta cocinar pero sola, sin nadie a su alrededor, porque para ella la cocina es también un espacio de creación; no colectiva, como lo es el cine.
Eres el rostro de Arte 7. ¿Cómo te llegó la propuesta de conducir el programa?
Fue hace veintiséis años, en 1998. Se dice fácil, pero es complicado mantener un programa en el aire durante todo ese tiempo. Mirando atrás, recuerdo que cuando se pusieron en contacto conmigo estaba vinculada al Centro Provincial del Cine y al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic). Tenía cierto entrenamiento como especialista y había asumido, junto a otros compañeros, responsabilidades que tributaban a la programación y a otras cosas que se estaban haciendo en el ámbito del séptimo arte.
Migdalia Calvo, en representación de la División de Cinematográficos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), me preguntó si me atrevía a presentar una película en el espacio del domingo. Digo que la juventud y cierta inconsciencia te dan la osadía necesaria para asumir un reto de esta envergadura. Realicé la presentación y, al parecer, les gustó el resultado; ahí comienzo a trabajar en este programa, que inicialmente estaba concebido para la programación de verano.
¿Cuál fue tu sensación al verte en la pantalla en los primeros programas?
Miedo. Peor que verme en pantalla, fue cuando hicimos una primera prueba con todo el equipo en el estudio. No podía hablar, entré en pánico; hasta que uno de los asesores me dice: “Martica, ¿qué pasa? ¡Tú puedes!”. Comencé a hablar como una cotorra. Sus palabras fueron esa inyección que necesitaba para sentirme cómoda y poder realizar la presentación.
Cuando me veía en pantalla no reconocía mi voz ni mi físico; pienso que en televisión me veo distinta.
Me daba mucho miedo, porque era la cara del programa frente a 11 millones de cubanos.
Me preocupaban los televidentes, me cuestionaba por qué era yo quien tenía esta responsabilidad, y si estaba bien mi desempeño.
Fue un proceso difícil, el listón estaba muy alto porque el programa Tanda del domingo, del doctor Mario Rodríguez Alemán, había marcado una época. En aquel momento yo era muy joven y no tenía la conciencia de lo que significa ser un referente en pantalla; todo el mundo estaba observándome y comparándome con Mario, que fue toda una autoridad cinematográfica. A mí no me conocían.
El camino fue largo, complejo, creo que mucha gente fue completamente abierta para recibirme; otros, no tanto. El tiempo se encargó de modificar o no los criterios; muchas veces la retroalimentación que uno tiene es muy linda y en otras ocasiones puede ser modesta.
Uno no puede gustarle a todo el mundo, pero yo trabajo desde la necesidad de darle al público lo mejor que tengo, es una divisa de vida. Pasé por procesos de inseguridad, hasta que me di cuenta que la única manera de perder el miedo era llegar preparada y con mucha determinación.
¿Ese momento te generó presión o te motivó?
Creo que ambas cosas, una siempre se siente presionada, pero al mismo tiempo reconfortada por el resultado final. Siempre hay que tratar de darle algo nuevo al espectador, la gente en sentido general es muy sincera y agradecida. Me siento arropada cuando transito por la calle y se genera la interacción con el público; es algo que me reconforta y que me impulsa a seguir trabajando.
Es bueno que haya quien se sienta inconforme. Me siento estimulada con la aceptación, pero también con el cuestionamiento y la inconformidad.
¿Quién selecciona los contenidos de Arte 7?
Los contenidos no los decido yo. Como presentadora veo y estudio las secciones, pero todo pasa por el filtro de los guionistas, asesores y el equipo de dirección. El último de los filtros soy yo.
Conciliamos criterios, a veces estoy de acuerdo con ellos y en otras no tanto; en ocasiones se manejan datos que no me parecen relevantes. Ambos guionistas son personas muy capacitadas, pero hay niveles que no me interesa manejar con el público, sin desestimar el intelecto de nadie. En ese día y horario el público quiere una película fresca, suave, que los desconecte de su rutina diaria.
¿Te consideras una especialista en temas cinematográficos o una conductora de televisión?
La vida me ha brindado la posibilidad de ver mucho cine, he estudiado y me he formado. Además, he visto cómo se produce el séptimo arte. He estado en el corazón de muchísimas filmaciones, y mis colegas se dedican a ese mundo.
Digamos que mis conocimientos han crecido, pero no me considero una especialista en cine en el sentido estricto de la palabra. Tengo miopía y como no veo lo que tengo delante soy desinhibida y no tengo miedo escénico. Me considero presentadora desde que ejercía el magisterio.
¿Cómo complementa la formación como profesora de Español Literatura tu trabajo como presentadora?
Soy maestra de formación, pero no imparto clases desde hace tiempo. De alguna manera ejerzo esta profesión cuando me siento a presentar las películas.
Pero inevitablemente la educadora que soy me sale todo el tiempo. Por ejemplo, cuando estoy compartiendo con amigos y con la gente en la calle y me hacen preguntas relacionadas con el cine. A través de un gesto, de la manera de decir, y desde mi gusto estético, estoy siendo maestra.