Médicos y personal de la ONU sacan del hospital Abu Youssef Al-Najjar, el cadáver de uno de los miembros del grupo de ayuda World Central Kitchen.
La situación que atraviesa la Franja de Gaza es cada día más insostenible y desgarradora. La destrucción indiscriminada de hospitales y viviendas, el aumento sin precedentes de la hambruna, así como la proliferación de todo tipo de enfermedades, que afectan en su mayoría a los niños, han convertido el enclave en un auténtico infierno.
Al persistente hostigamiento del Ejército israelí hacia la población palestina en el territorio se ha sumado esta semana la noticia del asesinato indiscriminado en el norte de Gaza de siete cooperantes internacionales de la ONG World Central Kitchen, que se encontraban prestando ayuda humanitaria en una zona sin operaciones militares en curso. La organización ha pedido una investigación independiente sobre el ataque.
Actualmente la escalofriante cifra – todavía inexacta- de trabajadores humanitarios fallecidos a manos de Israel se sitúa en casi 200, sin contar con los centenares de periodistas que también han sido asesinados desde el 7 de octubre.
A raíz de los recientes ataques Israel hacia varias ONG, algunas de las cuales llevan meses o años trabajando sin descanso en este territorio, muchas se plantean hoy abandonar la Franja. El caso más reciente es el de las cuatro embarcaciones de Open Arms, la ONG que proporciona ayuda humanitaria a través de WCK, que ha tenido que suspender su misión y retornar este miércoles a Chipre tras conocerse los asesinatos de los cooperantes. Según fuentes de la propia organización, uno de los buques ha atracado este jueves en el puerto de Lamarca.
La escasísima – y visiblemente insuficiente- ayuda humanitaria que llega a la región resulta imprescindible para asegurar la supervivencia, cada semana más frágil, de los habitantes de la Franja. Según el Ministerio de Salud de Palestina, más de 31.341 personas han sido asesinadas en Gaza desde el 7 de octubre, el 70% de las cuales son mujeres y niños. Asimismo, a finales de marzo la UNRWA reportó que 31 personas, 27 de ellas niños y niñas, habían muerto por desnutrición y deshidratación en el norte.
“Se trata de la peor situación humanitaria a la que nos hemos enfrentado en décadas. No se recuerdan situaciones humanitarias tan complicadas de gestionar desde la Segunda Guerra Mundial”, explica a Público Salvi Ros, coordinador y voluntario de Médicos del Mundo en Palestina, quien lleva dos años ayudando en Gaza y desde entonces entra y sale del territorio cada dos semanas. “Hay compañeras que vienen de países como Afganistán, Ucrania o El Congo y que dicen ‘esto yo no lo había visto en mi vida”, denuncia el trabajador.
En esta ONG tan solo puede acceder al interior de Gaza aquel personal médico de primerísima necesidad, de tal forma que los desplazamientos internos están absolutamente restringidos debido a la extrema peligrosidad de moverse por el territorio. Salvi es uno de los pocos autorizados para ello.
Atender a pacientes en condiciones extremas
Palestinos heridos son llevados al Hospital Al-aqsa en Dair El-Balah, a 3 de abril de 2024.
Para los trabajadores humanitarios, y especialmente para aquellos que como él prestan asistencia de carácter sanitario, el mayor de los obstáculos a la hora ejercer su trabajo es el estado de absoluta destrucción en que se hallan las infraestructuras más básicas y esenciales para el funcionamiento de los equipos médicos, así como de hospitales, viviendas y otros espacios donde poder atender a los pacientes.
“Todo esto ha obligado a las organizaciones que apoyamos el sistema de salud a reconducir nuestras actividades fuera de las unidades sanitarias y centros de atención primaria, así como a organizar puntos médicos que se establecen en los alojamientos para personas desplazadas”, asegura el cooperante. Salvi añade que la insuficiencia de recursos y medios de todo tipo “afecta a las condiciones de trabajo, a los costes y a la calidad del servicio, ya que lo que hay ahora son tiendas de campaña donde, sin suministro, se atiende sin anestesi