La Habana, 5 abr.-Cuba dispone de instrumentos legales para enfrentar la violencia machista, si bien persiste el reto de identificar, denunciar y combatir las sutiles formas que pueden adoptar la violencia, el acoso y la discriminación en los espacios laborales.
“Hace más de cinco años tuve un jefe que me acosaba y me pedía tener sexo. Como no acepté, empezó a sobrecargarme con trabajo o no me autorizaba para algunas gestiones cuando lo necesitaba. Pedí la baja, porque esa situación me estaba afectando psicológicamente”, refirió Beatriz, una comunicadora residente en La Habana.
Esta joven pidió a IPS mantener en reserva su apellido, al igual que algunas personas más que brindaron testimonio para este reportaje.
Ofelia, una contadora en la oriental ciudad de Holguín, afirmó a IPS que “muchas personas en cargos directivos, sobre todo hombres, se sienten intocables, y empiezan a ponerle zancadillas a sus subordinados para que abandonen sus puestos y colocar a sus socios”.
En su caso, indicó, el problema no fue de tipo sexual, “expuse malas decisiones de mi superior y me gané un enemigo. Me hacía la vida imposible, y lo peor, con el conocimiento de otros directivos del centro».
«La pelea fue dura, no me botaron porque mi trabajo era intachable. Finalmente, cambiaron al jefe, aunque no por mis reclamaciones”, rememoró.
Un desafío de esta y tantas normas legales en Cuba es que no terminen engavetadas, que ante una denuncia la escuchen, haya empatía, no revictimicen y sobre los acosadores y violentos caiga el peso de la ley”.
Karla Rojas
El acoso es una de las múltiples formas de expresión de la violencia basada en género, y aunque las víctimas suelen ser mujeres y personas lesbianas, gay, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer (Lgbtiq+), los hombres también pueden verse afectados.
“A veces quien te dirige tiene menos conocimientos y se siente en desventaja. Lo viví con un director que me echaba en cara que ambos ganábamos casi lo mismo, que yo tuviera una maestría, diplomados y resultados de trabajo. Veía en mí una amenaza para mantener el cargo”, confió Roiniel, un ingeniero eléctrico en La Habana.
“No me informaba de ciertas tareas, para hacer ver que yo era irresponsable e incumplidor. Otras veces se guardaba posibles cursos o eventos, o no me autorizaba a asistir a estos, porque decía que no era de interés de la empresa”, agregó en su diálogo con IPS.
Las asimetrías en las relaciones laborales pueden, de hecho, reforzar desigualdades de poder y propiciar comportamientos nocivos. A ello se suma la preeminencia de una cultura patriarcal, machista y homofóbica que normaliza ciertos tipos de acoso.
Promover ambientes laborales seguros
Para prevenir y afrontar este tipo de situaciones se implementa en Cuba el Protocolo de actuación ante situaciones de discriminación, violencia y acoso en el ámbito laboral, que vio la luz en forma de decreto del Ministerio