SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Dayana Boris vive en el municipio Songo La Maya, Santiago de Cuba, específicamente en la zona conocida como Patrocinio, un poblado que aunque es de los más cercanos a la cabecera municipal, está entre los más empobrecidos. Ella es doctora, y junto a su familia siempre han radicado allí porque de alguna manera subsistían, pero a raíz de que empeorara la situación económica del país, dijo, “el hambre les ha tocado la puerta”.
“Hace unos años era difícil, pero se podía vivir más o menos, los campesinos cosechaban su poquito para abastecernos, el pan no faltaba mucho y lo que no aparecía, salíamos a comprarlo fuera. Pero ya eso cambió. No hay nada, ni animales se ven por los robos y los agricultores se han decepcionado porque el Estado no les paga. Aparte, desde hace meses traen los mandados a la bodega cuando quieren y lo que quieren”, explicó Dayana Boris a CubaNet.
Si bien los retrasos de la canasta básica son una constante a nivel nacional, en los campos la situación es más delicada. Según varios entrevistados por este medio, desde hace meses no reciben mucho más que el arroz, el azúcar y los granos. En cuanto al pollo, picadillo, aceite y productos de aseo, la realidad es que “lo llevan cuando se acuerdan” y no tienen forma de reclamar. Además, en Patrocinio, así como en poblados aledaños, aunque continúan dando leche de vaca, ahora mismo es insuficiente a la demanda, debido a los altos índices de sacrificio de ganado mayor en el territorio. Otros, como las compotas o inclusive los módulos especiales para infantes, allí no llegan.
Miriannis Díaz se vio obligada a censar a su hija de cuatro años en la cartilla de abastecimiento de sus familiares en La Maya, para que por lo menos recibiera leche en polvo y compotas con cierta regularidad. “La tuve dos años censada en mi libreta pero no traen nada donde vivo. La leche fluida, por ejemplo, no me escaseaba hasta que nos robaron las vacas en 2022. Desde que la puse con mi tía, le dan leche en polvo cuando hay, pero es más que nada”, contó la mujer.
“El mes pasado mi tía me llamó porque dieron unas galletas dulces y 10 días de leche a los niños. Me sorprendí porque aquí en Ti Arriba, donde vivo, no les tocó. Yo me pregunto: ‘¿por qué esa discriminación? ¿Acaso los niños del campo no merecen nada, no son importantes?’”, cuestionó.
Reportes recientes del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), publicados en su canal de YouTube, corroboran las denuncias de las entrevistadas. En los balances, el