La Habana, marzo- Momentos después de nacer, el ternero se pone en pie y con ayuda del campesino encuentra el camino a la ubre y al calostro. Ese ciclo, una constante en una finca habanera, permite entregar a la industria la leche contratada. Sin embargo, esa experiencia no es la generalidad de la ganadería cubana, en caída en picada.
No es de extrañar. En 2023, reportes de prensa desde provincias cubanas daban cuenta de incumplimientos del plan de acopio de ese alimento con destino a la industria.
“Persisten las deudas con la entrega de leche a la industria en Sancti Spíritus”, tituló la prensa una noticia desde Sancti Spíritus, en el centro del país, cuando en el octavo mes del año se había entregado apenas el 40 por ciento de lo pactado.
La situación se repitió en 2024 en Camagüey, tradicionalmente la provincia más lechera de Cuba. Los reportes indicaron, por ejemplo, que en enero pasado, 1.798 productores -más del 24 % del total-, no entregaron ni un litro de leche a la Empresa Láctea.
De acuerdo con fuentes oficiales, el pasado año se dejaron de acopiar más de 212 millones de litros de leche, una tendencia a la baja desde, al menos, 2018.
Las causas para ese descalabro son multifactoriales, van desde la escasez de comida por no haberse sembrado suficiente alimento animal, baja natalidad en los rebaños, así como la diferencia entre el precio que paga la empresa con el de las ventas “por la izquierda”.
De acuerdo con datos de la ganadería habanera, en 2023 murieron más animales –sobre todo terneros-, por hambre, que víctimas del sacrificio de ganado mayor, indicador que también ha