Santiago de Cuba, 17 de marzo de 2024. Foto: Aris Arias Batalla / Facebook.
21 / marzo / 2024
El domingo 17 de marzo de 2024, imágenes de protestas en Santiago de Cuba y luego en Bayamo sorprendieron otra vez a cubanas y cubanos dentro y fuera de la isla. La sorpresa sigue siendo parte de la reacción inmediata a las manifestaciones populares; respuesta probablemente asociada más con el momento en el que suceden que con el hecho mismo de su ocurrencia. A pesar de la represión sistemática, del éxodo masivo y de las inercias que sostienen el régimen era en cierto modo esperable que el recrudecimiento de las condiciones de vida condujera a nuevas manifestaciones (en ausencia de otro canal viable para expresar el descontento y arrebatar el derecho a participar en la vida política del país).
Después del 11 de julio de 2021 (11J), el Gobierno cubano apostó por la represión regular, por un cuerpo legislativo que garantizara un cierre mayor del espacio para la lucha cívica y por que la propaganda regresara una y otra vez sobre sus tropos y pusiera en evidencia la profunda desconexión y el desinterés en la vida de las personas comunes. Aun así, el poder cubano tampoco debió ser completamente sorprendido por la emergencia del descontento popular en forma de manifestaciones espontáneas. Es previsible, incluso para un cuerpo de Gobierno enajenado, que el recrudecimiento de la crisis económica resultara en la erupción del descontento.
La posible evidencia de que no se trató del tipo de sorpresa que movilizó a la cúpula del poder el 11J, fue la respuesta que algunos medios y voces estatales dieron durante las primeras horas. En lugar de la enervada respuesta que en 2021 convocó «a la calle a los revolucionarios» —mayormente leído como un llamado a la confrontación civil—, lo que hubo el 17 de marzo y todavía el día siguiente fue un esfuerzo de normalización. Según Cubadebate —que reproducía un fragmento del hilo original de El Necio (como se presenta el comunicador oficialista Pedro Jorge Velázquez) en X—, «varias personas salieron a las calles y ocurrió una manifestación popular» como reacción a las largas horas de cortes eléctricos y a «otras situaciones derivadas de la crisis económica actual». Hubo, además de pedidos de comida y corriente, gritos de «patria y vida», pero «no [fueron] seguidos por la mayoría», según las fuentes oficialistas.
La descripción gubernamental da paso a una serie de precisiones. La Policía se presentó en el lugar para evitar sucesos violentos («solo están custodiando la manifestación y dialogando directamente con los ciudadanos»). Las autoridades se presentaron también «para dialogar con la población y dar atención al reclamo». Es decir, una visión «normalizada» de la protesta —a pesar de ser una descripción vaga, es reconocida como tal—, las personas manifiestan su inconformidad, la Policía custodia y evita cualquier violencia y las autoridades dialogan.
Sin embargo, el aparente cambio en el enfoque comunicativo no debe leerse como un cambio en la estrategia general para tratar las manifestaciones. Es posible que la «normalización» obedezca a un cambio de registro porque el hilo original en X, replicado por Cubadebate, proviene de un influencer vocero del Gobierno cubano (El Necio) que no recurre a la típica retórica de los medios estatales. Por otra parte, la distancia entre los influencers que hacen vocería del Gobierno y las instancias de comunicación del Estado cubano es demasiado pequeña como para advertir posturas distintas en la diferencia de registros. Entonces, el nuevo registro habría que considerarlo, más bien, como una estrategia comunicativa que viene a sumarse a la estrategia general con componentes de uso más recurrente.
La estrategia general continuó siendo —en lo fundamental— la misma, culpar a Estados Unidos y a la política del embargo (denominada «bloqueo») por la ocurrencia de las manifestaciones. El presidente cubano Miguel Díaz-Canel publicó en X al día siguiente de las protestas que «políticos mediocres y terroristas en redes se alinearon desde el sur de Florida para calentar las calles de Cuba con mensajes injerencistas y convocatorias al caos».
La táctica, cada vez más improcedente hacia el interior del país y de cara a su diáspora, continúa siendo rentable para recabar apoyo de países y organizaciones aliadas. Es el caso de The People’s Forum que, en la noche del 17, compartía un mensaje cuyo contenido central era que el bloqueo de Estados Unidos