El 17 de marzo de 2024 ocurrieron protestas en Santiago de Cuba, también en El Cobre, en la misma provincia; en Bayamo, provincia Granma; y en Santa Marta, Cárdenas, perteneciente a Matanzas. La manifestaciones continuaron en la tarde y noche del 18 de marzo*.
El pueblo cubano salió a las calles, nuevamente en barrios pobres o golpeados por los apagones, la falta de alimentos, el cansancio generalizado por la inoperancia del Gobierno que administra los pocos recursos que quedan en el país.
En los videos que han circulado —hechos por personas que se encontraban en el centro de las protestas o que las observaban desde sus casas— son notables las consignas, las exigencias, los coros y las exclamaciones que me parecen expresivos del tipo de relación que tiene el pueblo cubano con el Estado, con el Gobierno, con el Partido y con las autoridades políticas de todo tipo que se relacionan con él (incluidas las autoridades que representan la represión).
Santiago de Cuba: «corriente y comida»
En la Carretera del Morro la gente gritó con fuerza «corriente y comida». La consigna retumbó en Santiago de Cuba. El pueblo, herido en su abandono, exigió que le dieran lo que debería ser un servicio público básico, la luz eléctrica; y gritó por alimentos, lo cual es un derecho humano, incluso en Cuba.
Las consignas del pueblo cubano no ponen al Gobierno en el lugar de la culpa, sino en el lugar de la responsabilidad incumplida y miran a la administración pública con dolor de orfandad, como quien expone a quien debió cuidar de los cubanos.
El Gobierno, por su parte, responde a este tipo de reclamación como si se tratara de un intento de sedición, como hizo con muchos de los manifestantes del 11 y 12 de julio de 2021.
En Santiago de Cuba también se escucharon coros de «patria y vida» y «libertad», así como de «queremos comida» y «tenemos hambre», estas últimas consignas dentro de la misma lógica de la nostalgia por el Estado interventor que antes daba de comer. Un antes, por cierto, demasiado lejano.
Pero también allí se escuchó el potente coro «no queremos muela», cuando los dirigentes del Partido trataban de convencer al pueblo de que confiaran una vez más en la bondad del Gobierno.
En una misma manifestación convivieron entonces las consignas que todavía piden al Gobierno que cumpla con sus obligaciones y las que miran al poder político imperante con menos esperanza y más hastío.