La mañana en que Yudeyvis Reinoso se plantó frente a la sede de Gobierno de Marianao, en La Habana, repetía la misma frase: «¿Hasta cuándo hay que aguantar?». En una transmisión compartida a través de Facebook exigió soluciones ante la escasez de alimentos que afecta a sus hijos. La incertidumbre, la carencia de comida y de medicinas son los detonantes más visibles que han llevado a las mujeres cubanas a ejercer la protesta cada vez con mayor frecuencia en entornos públicos y virtuales.
Los reclamos más recientes están relacionados con problemas en la entrega de productos básicos (la leche y el pan de la cuota normada). Así lo hicieron saber en enero de 2024 varias internautas que protagonizaron un reto en Facebook para denunciar la falta de alimentos mediante mensajes y publicaciones en la página del Ministerio de Comercio Interior (Mincin).
Mientras Betsy Velázquez, ministra del Mincin, inauguraba la casita infantil «Amiguitos del Comercio», Bárbara W. preguntó en la misma publicación: «qué pasó con la leche de los niños». En el post en el que el Mincin anunciaba una feria para «realzar los valores de los productos cubanos», Dailenis G. comentó: «la leche del día 11 se la jamaron (…), medio kilo tumbado así como así y no pasa nada».
En los primeros meses del año, la situación de incomodidad no ha cambiado. En febrero de 2024, el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) registró 661 protestas públicas espontáneas, lo que representa un aumento del 5.3 % respecto a las 626 documentadas en enero. La mayor parte de las protestas fueron impulsadas por mujeres que cuestionaron la gestión del Gobierno ante la crisis y pusieron en evidencia la incapacidad estatal.
Mensaje de una madre cubana: «resiste tú pa´que sientas que no se puede más»
Cuando María Padilla fue a planchar el único uniforme de su hijo, lavado la noche anterior, descubrió que no tenía corriente. Eran las 6:20 de la mañana en Camagüey. Lo que se lee es parte de una denuncia publicada en Facebook. María habla sobre las madres que en el día anterior no tuvieron «pan normado», sobre las que no pueden «pagar 150 pesos por 10 bolitas de pan» o sobre las que carecen de gas licuado. Su mensaje es evidente, «no se puede más».
La crisis económica perjudica doblemente a las madres cubanas pues, además de recibir el impacto directo de las carencias, sobre ellas recae la responsabilidad del trabajo doméstico; también, en muchos casos, la búsqueda de alimentos y el cuidado de niños y de personas mayores.
La Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016 —realizada en un panorama menos grave que el actual— concluyó que las mujeres de 15 a 74 años dedicaban 36 horas cada semana a trabajos no remunerados tanto domésticos como de cuidados. Del total de horas, casi nueve eran para atender a niños, enfermos y personas dependientes.
Ocho años después, en medio de una profunda crisis migratoria y con una mayor tasa de envejecimiento de la población, hay más personas dependientes y menos en disposición de cuidar. Mientras tanto, se hace evidente el deterioro de los servicios públicos de apoyo al cuidado. Una realidad que afecta directamente a las mujeres que asumen esas labores. Para 2030, más del 50 % de los hogares cubanos estarán encabezados por mujeres, según el informe «Proyecciones de los Hogares Cubanos 2015-2030» de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
La información disponible sobre los índices de pobreza en Cuba es muy limitada, también los datos sobre su distribución geográfica y la diferencia entre grupos sociales. Pero varios estudios internacionales revelan que las mujeres tienden a enfrentar mayores niveles de empobrecimiento, en especial en situaciones de crisis y, en este sentido, Cuba no parece ser diferente.
El acelerado incremento del costo de la vida, la contracción en la disponibilidad de los productos racionados y la escasez de alimentos y aseo de alta demanda suponen un impacto mayor para las madres en Cuba porque la agudización de la crisis también significa la disminución del poder adquisitivo, un menor nivel de ingresos y de ahorros.
Según los datos oficiales de la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, en una semana las mujeres en Cuba dedican el 21.6 % de su tiempo al trabajo no remunerado. El 72.8 % de las personas que participaron en la investigación dijeron que los bajos ingresos son el principal problema de las mujeres en la isla, seguido de la escasez de viviendas (señalado por el 35.2 %) y los problemas de transporte (según el 31.8 % de las personas consultadas).
El sondeo determinó que el principal efecto de la crisis había sido la intensificación de los trabajos no remunerados, que principalmente asumen las mujeres en el seno de los hogares. Es decir, una intensificación del esfuerzo, el sacrificio y las cargas que pesan sobre ellas.
Hijas, madres, mujeres, solas
Joaquina Rodríguez Vera vive en condiciones muy precarias, en Songo La Maya, Santiago de Cuba. Antes trabajaba en la agricultura, pero debió abandonar el empleo para cuidar a su madre enferma. Recibe una pensión mensual de 1 500 CUP, un ingreso que ni siquiera le permite comprar 1 kilo de leche en polvo que venden en el mercado informal a más de 2 000 CUP.
La disminución de servicios estatales de cuidados ha llevado a que un mayor número de mujeres cubanas asuma responsabilidades adicionales, lo cual lacera drásticamente su calidad de