La Habana, 14 mar.- “Si con un salario es difícil subsistir, imagínese con una pensión”, enfatiza Clara Velasco, quien como una mayoría de personas jubiladas en Cuba encuentran desventajas adicionales para acceder a alimentos, medicamentos y servicios con sus irrisorios ingresos mensuales.
Velasco, de 70 años y quien ejerció como técnica media en contabilidad, comentó a IPS que “no es mucho lo que se puede hacer con 1628 pesos mensuales”, el monto de lo que recibe “después de trabajar para el Estado casi 40 años”.
En Cuba la pensión mínima es de 1528 pesos y equivale a 12,70 dólares según la tasa de cambio oficial de un dólar por 120 pesos cubanos.
Y baja a menos de cinco dólares si se tiene en cuenta la pauta del mercado informal de referencia para buena parte de los productos, bienes y servicios a los cuales acceden las personas con el objetivo de satisfacer necesidades básicas.
En 2022, el exministro de Economía José Luis Rodríguez puntualizó que más de la mitad de los 1 600 000 jubilados en el país cobraban pensiones mínimas.
Tras pagar las facturas de electricidad, gas y agua, enfatizó Velasco, “queda apenas para sacar los mandados”, como se conoce aquí la cuota de alimentos y productos de aseo racionados que el gobierno vende cada mes para una población de 11 millones de habitantes.
“Al igual que tenemos una Estrategia integral contra la violencia de género, haría falta un plan similar para atender a las personas jubiladas que somos una parte significativa de la población a medida que disminuye la natalidad, aumenta el envejecimiento y crece la emigración”: Ofelia Martínez.
“Se sabe que la cuota no alcanza. Ya ni siquiera llega completa a inicios de mes, como antes. La comida hay que comprarla en la calle, cada vez más cara. Nadie que viva solo de su chequera (pensión) puede alimentarse bien”, confesó Velasco, quien vive sola y comercializa diversos insumos en el mercado negro para tener ingresos adicionales.
Aunque sus cantidades y variedad han disminuido desde que inició en 1962, el sistema de distribución racionada en la isla se considera un respaldo para las necesidades alimenticias, sobre todo de personas con bajos ingresos, quienes acceden de esta forma a ciertas cantidades de arroz, azúcar, granos, huevos, café, aceite, pan y productos cárnicos.
Más de 59 000 adultos mayores con bajos ingresos –así como personas con discapacidad y casos sociales-, acceden a almuerzo y comida elaborados diariamente, con una calidad moderada, en unos 1445 establecimientos gastronómicos del país, mediante el denominado Sistema de Atención a la Familia (SAF), instituido en 1998.
Uno de los efectos de la profundización de la crisis económica y la escasez de divisas en este país insular del Caribe ha sido las cada vez más frecuentes irregularidades en la distribución de los insumos racionados.
Su aseguramiento necesita de unos 1600 millones de dólares anuales, sostienen funcionarios.
Las magras cosechas, así como problemas estructurales en el ámbito agropecuario, mantienen insatisfecha la demanda de diversas producciones.