Es la una de la mañana y solo ilumina mi habitación la luz tenue de la pantalla de mi celular. Converso con Refaat Alathamna, un padre de familia palestino que ha vivido en la Franja de Gaza por más de una década. Nos separan siete horas de diferencia, y en medio de la incertidumbre y el peligro que acecha en la Franja de Gaza, el tiempo parece detenerse. Las palabras de Refaat llevan consigo una carga de angustia y desesperación; puedo sentir la urgencia en cada uno de sus mensajes.
Refaat es médico formado en la Universidad Cristiana de Bolivia (UCEBOL). Luego de culminar sus estudios, se trasladó a Argentina, donde estuvo tres años trabajando como médico de emergencias. Después regresó a su país de origen y allí hizo una maestría en anestesia y terapia intensiva. En Palestina construyó una familia que hoy está compuesta por su esposa y sus cinco hijos: tres hembras y dos varones; Meera, la mayor, de 12 años, Elin de 10 años, Ameer de 8 años y los más pequeños, Selin y Ayham, de 6 y 4 años respectivamente.
Mantenía una vida tranquila, aparentemente normal, en la ciudad de Khan Yunis, en la Franja de Gaza. Él y su familia vivían en relativa paz y estabilidad. Como médico, dedicaba sus días a salvar vidas, mientras su esposa se ocupaba del hogar y los hijos. A pesar de las dificultades económicas debido al bloqueo impuesto por Israel hace más de 16 años, la vida cotidiana transcurría con regularidad.
Pero todo cambió en la fatídica mañana del 7 de octubre. Refaat recuerda vívidamente el sonido ensordecedor de los cohetes y el caos que se desató en las calles. En medio del pánico y la confusión, se apresuró a regresar a casa después de una larga guardia en el hospital, temiendo por la seguridad de su familia. Nadie sabía qué pasaba. Un rato después supo del ataque de Hamás a Israel.
La huida
Los días siguientes hubo calma, pero también miedo. Era una constante incertidumbre, por la continua amenaza de que Israel invadiera Gaza. Pasaron sin saber a dónde llegaría la situación. Cuando Israel comenzó a atacar, empezó el terror. Refaat cree que «Israel no sabía qué hacer y cómo actuar, quedó días como perdido hasta que recibió el apoyo y la ayuda de USA, y allí comenzó a atacar como locos en todas partes, sin importarles nada. Atacaron varios departamentos donde solo había civiles. Todos ya estaban con miedo sin saber dónde serían los siguientes ataques».
Refaat detalla el terror que vivió durante los bombardeos. Recuerda cómo los ataques indiscriminados destruyeron edificios enteros y dejaron a muchas familias sin hogar. Israel cortó la electricidad, sumiendo a la población en un miedo aún mayor. Atacaron edificios cerca del suyo, incluso justo encima de su departamento. Esa noche, cuenta, «fue la más cercana a la muerte que han vivido él y su familia».
Atacaron edificios cerca del suyo, incluso justo encima de su departamento. Esa noche «fue la más cercana a la muerte que han vivido él y su familia».
Días después presenciaron un ataque demoledor: siete edificios destruidos frente a ellos, «un día de infierno». El edificio donde estaban se sacudió violentamente, se quebraron todas las ventanas y el «humo negro y el hedor eran insoportables». No podían seguir allí; tuvieron que huir. Dejaron todo atrás. Escaparon solo con la ropa puesta. Días después fue que tuvieron noticias de su departamento: «todo fue destruido allá, perdimos todo y absolutamente todo. Israel tiene como objetivo la destrucción, castigar al pueblo y terminar todo lo que es vida. Ya atacaron puentes de electricidad, agua, agricultura, salud, calles, avenidas, todo».
Se trasladaron hacia el sur de Khan Yunis, refugiándose en casa de una de sus hermanas. Apenas tres días permanecieron allí porque nuevamente se intensificaron los bombardeos y volvieron a escapar, esta vez de noche, «en medio de la oscuridad y el terror».
Sobreviviendo
Ahora Refaat y uno de sus hijos se encuentran en un refugio en