MADRID, España.- “La Mesa de Diálogo surgió como un espacio de y para los jóvenes, donde pudiéramos discutir, pensar y buscar mejores estrategias para lograr un cambio de sistema, con más democracia, con la posibilidad de defender los derechos humanos”, explica la activista Kirenia Yalit, cofundadora y actual Coordinadora de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana, organización que acaba de celebrar su décimo aniversario.
En entrevista con CubaNet Kirenia recorre esta década de activismo incansable, marcada por la esperanza, la resistencia a la constante represión y la convicción de que un futuro mejor para Cuba es posible.
Este cambio en Cuba “compete a todos”, insiste Kirenia, y explica: “Después de 64 años —de dictadura—, no sé cómo lo lograremos, pero sí creo que como juventud nos toca un papel fundamental en la construcción de un mejor país”.
“El estar fuera —actualmente vive exiliada en Madrid junto a su pareja, la periodista independiente María Matienzo— me hizo darme cuenta de que es responsabilidad de todos, de los de adentro, pero también de los de afuera. Y tendrá que ser una lucha pareja”.
El activismo para Kirenia, además de una elección, es una necesidad nacida de la injusticia y la persecución que marcó su propia historia familiar. Sobre todo ello, conversa con CubaNet.
—Comencemos hablando de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana. ¿Qué motivó a iniciar esta plataforma y cuál es su principal objetivo?
—La Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana la fundamos veintidós jóvenes que nos unimos dentro de Cuba en el 2014; la mayoría veníamos de organizaciones de la sociedad civil y algunos partidos políticos, y pensamos en la posibilidad de tener un espacio netamente nuestro donde pudiéramos, como jóvenes, discutir, hablar, pensar y buscar mejores estrategias para un fin que tenía y tiene que ver con un cambio de sistema, con más democracia, con la posibilidad de defender los derechos humanos. Y es por eso que nacemos hace diez años con dos objetivos fundamentales: El de incentivar el liderazgo y la participación de las y los jóvenes cubanos, y promover y defender los derechos humanos con énfasis en los derechos juveniles.
Tras transcurrir seis años de trabajo incluimos un tercer objetivo, relacionado con crecer como organización de la sociedad civil, y ampliar las capacidades de convocatoria de la juventud generando nuevos espacios de participación y movimiento cívico.
El primer coordinador de la organización fue un joven que se exilió luego, y ese mismo año yo pasé a ser la coordinadora, hasta la actualidad. Dentro de esos jóvenes fundadores están los expresos políticos José Rolando Casares y Yamilka Abascal. Hubo otros, ya la mayoría en el exilio.
—¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentó la organización durante sus primeros años?
—En esos primeros años nos dedicamos sobre todo a capacitar a los jóvenes, formarlos en temas como liderazgo, democracia, mecanismos internacionales de derechos humanos. En ocasiones nuestro trabajo se centraba en poder hacer estas capacitaciones presenciales, pero por la represión nunca pudimos estar los 72 que logramos ser en todo el país. A muchos se les impedía salir de sus provincias para llegar a las actividades. Incluso cuando terminábamos estas capacitaciones o estas reuniones, varios de nuestros miembros eran detenidos y hostigados.
En 2017 hubo una fuerte represión y volvimos a retomar en el 2018 y 2019 las capacitaciones y los encuentros presenciales, pero ya luego fue imposible. Poder reunir a siete, diez jóvenes, era totalmente inseguro. Entonces a partir de ahí fue que vimos la posibilidad de ya no ser una organización de membresía sino ser una organización para convocar a los jóvenes desde diferentes ámbitos.
En 2020, ya teniendo un poco más de acceso a las redes sociales y a Internet, aunque no siempre funcionaba, lanzamos la campaña “Exprésate”, que venía a ampliar estas capacidades de las juventudes cubanas. Comenzamos haciéndolo sobre todo con jóvenes dentro del panorama de los activistas, los periodistas, los artistas independientes, buscando que otros jóvenes que pudieran ver estos materiales audiovisuales conectaran con su discurso sobre la situación que hay dentro del país; buscando un poco de conciencia en ese sentido.
“Exprésate” también nos ha marcado por el trabajo con un grupo de jóvenes, que hasta ese momento no lo habíamos podido lograr, que tiene que ver con los artistas urbanos, grafiteros y raperos, y esto, por supuesto, nos abrió la posibilidad de que otros jóvenes dentro de Cuba conocieran lo que estábamos haciendo.
—Los logros más significativos de la Mesa de Diálogo a lo largo de esta década…
—Nuestros logros yo los defino en tres fundamentales, aunque hay más. Primero, que ayudamos a la formación de jóvenes pertenecientes a otras organizaciones de la sociedad civil independiente en Cuba, y a jóvenes que no militaban en ninguna otra organización; segundo, que no ha existido otra organización de jóvenes de la sociedad civil independiente en Cuba que haya sostenido y sistematizado un trabajo con y para los jóvenes durante tantos años. Y el tercero, que hemos trabajado con jóvenes que no estaban implicados con un cambio en Cuba, con un cambio social.
Además, desde el arte y otras manifestaciones se les está brindando un espacio de libre expresión, ayudando a la concientización y fomentando la empatía. A estos jóvenes, que han sido marginados, no solo los ayudamos a crecer desde el punto de vista artístico, sino que también a través de sus obras estamos mostrando las realidades del país.
Particularmente en la última etapa de la campaña en la que hemos estado trabajando, que es “Exprésate en dictadura”, han sido los voceros de familiares de las presas y los presos políticos, entonces también es una manera diferente de contar la historia desde dentro de la Isla, dar visibilidad y concientizar sobre la situación de las presas y los presos