Fidel Castro junto al científico cubano Agustín Lage Dávila. Foto: Archivo.
La neoplasia es una enfermedad que ha acompañado al hombre desde sus inicios como especie. Con el desarrollo de las ciencias médicas y el progreso científico se ha podido conocer más sobre las causas, tratamientos y afecciones que provoca.
Lógicamente, Cuba no escapa de su azote, donde constituye una de las principales causas de muerte.
Primeros registros históricos
El cáncer es una enfermedad muy antigua, aunque se suele hablar de ella desde la contemporaneidad. En 1935, el Dr. Ernest Lawrence describió un tumor óseo en una mandíbula encontrada en África Oriental, que perteneció a un individuo que vivió a comienzos de la era Pleistocénica, entre 1 600 000 a 100 000 años a.C.
También se ha encontrado la presencia de esta enfermedad en restos óseos que datan de la V Dinastía en el Antiguo Egipto, hacia el tercer milenio a.C. De la civilización egipcia perduran descripciones en papiro de lo que hoy los especialistas consideran inequívocamente como cáncer de vejiga, muy frecuente en la época, causado por la infección parasitaria de Schistosoma Haematobium. Igualmente se tienen registros de cáncer de mama hacia el primer milenio a.C, incluso se han encontrado restos humanos momificados con presencia de Osteosarcomas.
Fragmento del Papiro Edwin Smith, una de las referencias escritas más antiguas de la presencia del cáncer. Foto: Archivo.
Las primeras referencias históricas que hablan acerca del cáncer propiamente las encontramos en los griegos. Heródoto describió en sus Historias el caso de la princesa Atossa, esposa de Darío I, rey de Persia, que notó un bulto en el seno y tras enclaustrase durante algún tiempo por pudor accedió finalmente a que su esclavo griego Democedes le extirpara el pecho y, con él, el tumor maligno que seguramente tendría.
Fue Hipócrates, –el padre de la medicina– el primero en darles un nombre a estos tumores. Emplea la palabra karkinos, que en griego significa cangrejo, –esto debido a que consideraba que los tejidos tumorales se asemejan a la carne de cangrejo– para describir bultos ulcerosos. Desde este momento se van a emplear los términos carcinos y carcinomas para la descripción de los tumores.
Hipócrates creía que un desequilibrio en los cuatro fluidos principales del cuerpo (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) eran las causas de las enfermedades. En el caso del cáncer, lo atribuía a una concentración excesiva de bilis negra, por lo que recomendaba dieta, descanso y ejercicio para recuperar el equilibrio. En caso de que esto no funcionara recomendaba purgas y la cirugía, si el carcinoma no estaba demasiado “arraigado”.
La teoría de la bilis negra de Hipócrates pasó de Grecia a Roma y a los escritos de quien es su sucesor más conocido: Galeno de Pérgamo (129-216 d.C). La clasificación de los tumores y lo que consideró que eran sus causas influyeron en los médicos durante más de 1 500 años. A Galeno también se le debe el empleo de la palabra oncos, que en griego significa “masa” o “inflamación”, para describir los tumores. A ello se debe que llamemos Oncología a la especialidad de la medicina que estudia y trata el cáncer.
Después de la caída del Imperio Romano en el 476, muchas de las lecciones de Hipócrates y Galeno pasaron al olvido y sus escritos apenas fueron consultados durante el periodo medieval. La honrosa excepción fue la fundación en el siglo X de la Escuela Médica de Salerno, primera de