LA HABANA, Cuba. – Hace un año pedía 35.000 dólares pero debió conformarse con 15.000 porque “estaba apurado”. Una casa de tres cuartos, dos baños, jardín, patio con árboles frutales en medio de Víbora Park pero, además, una casa de “construcción capitalista”, garantía de buena calidad que algunos cubanos remarcan en los anuncios de venta para señalar la diferencia con todo lo horrible y malo que vino después de 1959, y no solo en cuestiones de vivienda.
En 2014, cuando por primera vez pensó en venderla para irse del país (aunque al poco tiempo se arrepintió, cuando parecía que las cosas comenzarían a mejorar después de anunciado el “deshielo” con Estados Unidos), varios “corredores” le valoraron la casa en 50.000 dólares, un precio que ya había subido a más de 60.000 para 2016, cuando la visita de Barack Obama a Cuba y en medio de la apertura de oportunidades para el sector no estatal y las inversiones extranjeras, así como el notable crecimiento del arribo de turistas.
Aun así decidió aguardar un poco más, apostando a que se pudiera doblar el precio en un par de años, pero entregado a la espera. No obstante, imaginando “forrarse en billetes” —como él mismo cuenta— vio esfumarse todas las oportunidades cuando el “deshielo” se pasmó en un perpetuo y pegajoso “aguanieve” y cuando, para rematar, llegaron los peores momentos de la pandemia junto con las inoportunas experimentaciones económicas de la “continuidad”.
“Me embarqué”, me dice este amigo que con suerte ahora logrará llevarse a Estados Unidos —a donde se mudará definitivamente—, algo del patrimonio familiar que estuvo a punto de perder por completo puesto que cada día se ha vuelto más difícil vender una casa en Cuba por lo que sus dueños consideran su “verdadero valor”.
“Todo el mundo está vendiendo, casi nadie está comprando”, coinciden en afirmar la totalidad de los corredores que he consultado al respecto, e igualmente señalan que, a pesar de esa caída estrepitosa de las ventas —que les ha cerrado el negocio a numerosas personas que sacaban provecho de la intermediación— se venden mucho más rápido las casas y apartamentos valorados por debajo de los 5.000 dólares que aquellos que superen esa cifra.
“Hasta 2018 yo no cogía ninguna casa ni en San Miguel [del Padrón] ni apartamentos en el [Reparto] Eléctrico, en ningún lugar de esos, ni en Párraga, ni en La Güinera, nada de eso”, explica Eduardo, abogado y corredor con más de 20 años en el n