La creencia de que la organización terrorista Al Shabab está debilitada o derrotada está errada. Surgida hace casi dos décadas, ha desafiado en efecto todas las predicciones terminantes sobre su futuro. Hoy es la filial numéricamente más fuerte de la red de Al Qaeda y todavía controla grandes extensiones de territorio somalí. Algunos expertos creen que se trata de la organización yihadista más fuerte de África.
Golpeada por las fuerzas etíopes que intervinieron en Somalia de diciembre de 2006 a principios de 2009, Al Shabab resurgió como un ave fénix. En 2011 fue expulsada en gran medida de Mogadiscio, la capital, pero siguió lanzando ataques terroristas en la urbe. El 12 de septiembre de 2012, mientras el presidente electo Hassan Seikh Mohamud se encontraba con dignatarios extranjeros que asistirían a su ceremonia inaugural, dos atacantes suicidas y dos hombres armados de Al Shabab, vestidos con uniformes militares somalíes, atacaron el Hotel Jazeera, con un saldo de 10 muertos. Los jefes de Estado y Gobierno salieron ilesos por pura intervención de la Providencia.
El 3 de septiembre de 2013 detonaron una bomba cerca de los vehículos del convoy del presidente en Merca. Un soldado somalí fue herido; el presidente Mohamud tuvo suerte por segunda vez. Dos años más tarde, el 7 de octubre de 2015, efectivos de Al Shabab emboscaron y asesinaron al Dr. Osman Liban, sobrino del presidente, mientras su automóvil se desplazaba por un barrio de Mogadiscio.
Pero las acciones de Al Shabab no se han quedado en el plano interno. Entre 2008 y 2015 llevaron a cabo 272 ataques contra Kenia. Una de las más connotadas de este periodo es la matanza de Westgate (2013), el principal centro comercial de Nairobi, la capital. Al mediodía del 21 de septiembre, efectivos de Al Shabab irrumpieron en la instalación lanzando granadas y disparando indiscriminadamente contra los presentes, incluidos mujeres, niños y ancianos.
En 2015 asesinaron a 147 personas en una universidad de Kenia. Al año siguiente, en febrero de 2016, se descubrió un complot para derribar un avión de pasajeros, aunque no tuvo éxito. Más tarde, Estados Unidos acusó a un keniano que había estado recibiendo lecciones de vuelo en Filipinas de planear un ataque al estilo del 11 de septiembre en nombre de Al Shabab. Y en enero de 2020 mataron a más de una docena de estadounidenses en África Oriental, tres de ellos en una base militar de las fuerzas antiterroristas en Kenia.
Finalmente, el 20 de agosto de 2022 efectivos de Al Shabab irrumpieron en el hotel Hayat de la capital somalí —un lugar de reunión habitual de funcionarios gubernamentales— y lo sitiaron durante 30 horas antes de que las fuerzas de seguridad pudieran recuperar el control. La operación provocó la muerte de más de veinte personas. Puede haber sido un intento de intimidar al presidente Mohamud.
El presidente Mohamud declaró una “guerra total” contra Al Shabab, que tuvo dos fases.
La primera comenzó ese mismo mes. Los militares somalíes se unieron a las milicias organizadas por distintos en clanes en el centro de Somalia, una imbricación que ayudó a producir retrocesos significativos de los terroristas en las zonas que ocupaban en esa geografía.
La segunda tuvo el objetivo de avanzar hacia el sur de Somalia, un tradicional bastión de Al Shabab. “Queremos eliminar a Al Shabab del país en los próximos cinco meses”, dijo Mohamud. “Si no los eliminamos por completo, tal vez queden pocos focos con algunos inofensivos Al Shabab que no puedan causar problemas”.
Estados Unidos en Somalia
El conflicto somalí ha estado históricamente caracterizado por la presencia de actores externos, entre ellos Etiopía, Kenia y Turquía. Estados Unidos ha sido y es una de esas fuerzas protagónicas, en primer lugar, con su poderío aéreo y sus ataques con drones, de larga data en esta prolongada guerra.
El 7 de enero de 2007 un avión de combate AC-130 guiado por la vigilancia de un avión no tripulado Predator disparó contra agentes de Al Qaeda involucrados en los atentados con bombas a las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia (1998). Al menos ocho militantes murieron en la operación, las primeras bajas de la campaña estadounidense en Somalia.
El 23 de junio de 2011 la Administración Obama había aprobado el primer ataque con drones contra dos agentes vinculados a Al Qaeda en Somalia. De acuerdo con trascendidos, los militares estadounidenses tenían información de que terroristas somalíes se comunicaban frecuentemente con los de Yemen, donde el programa de aviones no tripulados había comenzado.
En marzo de 2017 el presidente Donald Trump aprobó una propuesta del Departamento de Defensa para dar a los militares más libertad para llevar a cabo operaciones letales en Somalia.
En noviembre de 2017 su Administración autorizó por primera vez un ataque contra efectivos de ISIS en Somalia. Ese mismo mes el Pentágono implementó una gran operación en la que murieron más de 100 militantes de Al Shabab. Y en octubre de 2018, el Comando África de Estados Unidos (Africom) llevó a cabo un ataque en Haradere, que