Fotos de la autora.
A unos pocos kilómetros de la cabecera del municipio de Banes, en la localidad de Cano 4, está la finca “El Paraíso”, el sitio que da vida al joven ganadero José Luis Velázquez y su familia, y al que se han consagrado en cuerpo y alma.
Joselín, como la mayoría le conoce, cuenta que la finca lleva este distintivo nombre en honor a su padre (ya fallecido), quien había propuesto identificarla de este modo, cuando apenas comenzaban a “levantarla”.
Tal parece que el viejo José sabía de antemano cuanto podían rendir aquellas hectáreas de tierra, bendecida por la tenacidad de Joselín, la fidelidad de un amigo que labora junto a él y su hermano, y también porque los días allí tienen otro sabor muy apreciable, el del amor que sustenta cada uno de los logros.
Ese ingrediente especial, que unió al joven ganadero y a su esposa Yaumara hace 16 años, de los cuales 12 cuenta ya el mayor fruto, su hija, es la principal motivación para iniciar cada jornada desde bien temprano en la madrugada y concluir en la tarde-noche, cuando de la luz del sol solo quedan los reflejos en el horizonte o cuando ya ni se perciben.
“El campesino, el ganadero, no tiene descanso. Cuando menos complicado se está hay que reparar la cerca rota por algún animal o salir a buscarlo. Siempre hay que hacer”, afirma.
El sobrecumplimiento de los planes de entrega de carne y leche, superior a los 25 mil litros, la protección a la masa ganadera, y la posibilidad que todo ello permitió la autorización para sacrificar cinco reses, son algunos de los logros que exhibe “El Paraíso” al cierre del 2023.
De cómo alcanza estos resultados explica Joselín: “El lío es que hay que trabajar. El ganado lleva manejo y amor. Más nada que eso. Nací de rama ganadera, siempre he estado con personas que saben. Yo apoyaba a mi papá, a su lado fui creciendo y aprendiendo y estudié Veterinaria.
“Hay que controlar la masa fundamentalmente, tener los animales gestantes y los relevos para las vacas, buscar una mejor genética, sembrar comida, garantizar que el agua no falte, eso se llama manejo en una finca. Tengo pozo y turbina y tractor con una pipa para cuando el pozo se me achique.
“Ahora está mi hermano, mi sangre guapeando conmigo. Me siento mucho mejor. Somos una familia unida y aquí trabaja todo el mundo, desde el más chiquito hasta el más grande. Mi mujer, mi cuñada…todos tenemos tareas”, asegura.
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