Juan sin nada
La noticia es que el principal asesor de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental, Juan González, será sustituido en marzo por Daniel Erikson, quien fuera miembro del tanque pensante Diálogo Interamericano, con sede en Washington, y anteriormente asesor de Joe Biden cuando este era vicepresidente.
Juan González fue, hasta ahora, la voz autorizada en la Casa Blanca para argumentar los caminos que la administración tomaba hacia América Latina. Se le endilgan acciones como los diálogos con Venezuela, que resultaron en la liberación de ciudadanos estadounidenses que estaban en prisión en ese país, y que tuvo como contraparte la liberación del empresario venezolano Alex Saab. Sin embargo, también pudiera anotársele como resultado de trabajo la completa inacción de Biden hacia Cuba, y la prolongación de la política de Trump que la administración demócrata ha seguido, sin ajustar mucho el tiro.
Aparentemente, el sesgo ideológico marcó el trabajo de González, mientras Cuba se convertía en una tarea pendiente de mayores costos para Estados Unidos, ya que el endurecimiento de las sanciones y el cierre de las puertas consulares en la Isla se traduce en una creciente crisis en la frontera sur que todavía no se ha resuelto, y suma tensión migratoria para un gobierno que no sabe ya qué hacer para detener el flujo de migrantes entrando al país.
Lo sustituirá Daniel Erikson, vicesecretario asistente de Defensa para el Hemisferio Occidental del Departamento de Defensa. Entre la comunidad de expertos es considerado un hombre más pragmático y menos político, como sí era González. Además, es un conocedor de Cuba: escribió un libro a principios de los 2000 titulado Cuba Wars (Las Guerras de Cuba).
En una entrevista publicada en un blog de la organización con sede en Washington, Center for Democracy of the Americas (CDA), Erikson deja clara su postura hacia la Isla: «Mi experiencia es que la política de Estados Unidos hacia Cuba está más conducida por instintos que por intereses».
Luego agrega que después de 60 años de Revolución no cree que el gobierno estadounidense ni entero, ni partes de él, haya desarrollado un consenso en cómo definir y priorizar los intereses nacionales con respecto a Cuba.
«Si bien yo pienso que las sanciones económicas de Estados Unidos son una herramienta legítima de política exterior, y que puede ser efectiva en algunos casos, todavía están por convencerme de que Cuba es uno de esos casos».
Este nombramiento significa que el trabajo de González ha terminado, si para ser promovido o descendido, no se sabe aún. Aunque logró un acuerdo con Venezuela que relajó el esquema de sanciones sobre Caracas, esa decisión ha sido revertida debido a la imposibilidad de la candidata opositora María Corina Machado de participar en las elecciones. Con quien sí ha progresado Estados Unidos en términos de intereses nacionales es con México, uno de los gobiernos que con más elocuencia ha explicado que un cambio de política hacia Cuba no puede ser procrastinado más tiempo.
La persona en el cargo que dejará González se convierte en el principal asesor, dígase fuente de información, y depositario de estrategias e información para orientar el trabajo de la Casa Blanca en términos de política exterior. Que lo ocupe un hombre como Dan Erikson, pragmático, orientado a cumplir los intereses nacionales de Estados Unidos sin darle mucho lugar a los prejuicios políticos o a las agendas electoreras particulares de congresistas floridanos, podría indicar que la Casa Blanca está dispuesta a escuchar otra voz en el tema Cuba, y pudiera afirmarse que Erikson no se quedará callado ni aceptará acríticamente el camino escogido hasta el momento.
Nuestra opinión es que en el tema Cuba, Juan González ha promovido el levantamiento de vallas basándose en sus prejuicios políticos y no en datos concretos de la realidad. Los niveles de acercamiento durante los años de Obama, la influencia que pudo ejercer la Casa Blanca, así como la promoción de una migración regular en un país que vio florecer ligeramente su economía en los años posteriores al acuerdo entre Obama y Raúl, demuestran que el acercamiento y el diálogo tiene mucho más potencial que el autoaislamiento, que si bien coloca a Cuba en condiciones de franca vulnerabilidad y con los puentes levantados, también pone a Estados Unidos en un problema: la imposibilidad de participar en la Cuba que cambia (inevitablemente) y engrosa la