Mi papá no sabía poner un bombillo. Lo intentaba, de muy buena gana, pero terminaba fundiéndolo o rompiendo la lámpara. Cada vez que se proponía arreglar una ventana, terminaba clausurada. En mi casa siempre ha habido muchas cosas rotas y otras clausuradas. Me casé dos veces y las dos fueron con muchachos torpes para arreglar cosas, como mi papá.
Cuando alguien entra a la casa por primera vez se le dan un grupo de advertencias. “Esta ventana no se puede abrir”. “Esta mesita está coja”. “Este balance se hunde”. “Si la silla se desarma, no te preocupes, que ya estaba rota”. Así he vivido mis 35 años. Por eso, cada vez que conozco a un “arreglatodo” quedo prendada.
Hace unas semanas vino Manolito a arreglar la junta del frío que se quedaba abierto y se formaba tremenda botazón de agua. Por las noches había que ponerle una silla para trabar la puerta y que no se nos echaran a perder los frijoles que guardamos para no cocinar todos los días. Yo pensaba que había que buscar otra puerta, cambiar la junta o hacerle algún procedimiento complejo, Pero Manolito sólo la limpió con desincrustante, le echó agua hirviendo y quedó como nueva.
Como a veces soy un poco picúa, pensé: “¡Ay, eso lo podía haber hecho yo misma!”. Pero enseguida recordé aquel cuento que me hacía mi papá. Me contaba que una fábrica entera se había parado por un problema de funcionamiento. Llamaron a un experto para que lo arreglara. El tipo llegó, le dio un martillazo a una máquina y se arregló toda la fábrica. Pidió un millón de dólares como honorarios por su trabajo. Se preguntaron cómo podía cobrar un millón de dólares por un solo martillazo. Y el experto respondió que por el martillazo sólo cobraría un dólar y el resto del dinero era por saber dónde darlo.
Mi papá era torpe para arreglar, pero sabía valorar el conocimiento que hay detrás de unas manos toscas que arreglan cosas. Un “arreglatodo” no solo posee fuerza y herramientas, tiene además la inteligencia y el ingenio para componer lo roto. Y si el “arreglatodo” es cubano, como Manolito, también tiene que tener inventiva para sustituir importaciones e improvisar en caso de que no tenga lo que tenía que tener.
Aunque él estudió en Moa y se preparó como mecánico automotriz y