«La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles; silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo; aterradora, excepto por la promesa tranquilizadora de la oración; negra, excepto por la luz de los mártires».
Tanto la guerra como el genocidio son expresiones extremas de valores patriarcales que han asolado a la humanidad durante siglos. El impacto de estos actos violentos es devastador, pues dejan tras de sí un rastro de destrucción, pérdida y trauma que puede durar generaciones. Las mujeres y lxs niñxs suelen ser las más vulnerables en tiempos de guerra, ya que son objeto de violencia sexual, desplazamiento forzoso y otras formas de violencia de género.
Los responsables de proteger e informar, como los cuidadores, las autoridades especializadas y las escuelas, ven obstaculizadas sus funciones mientras responden a la emergencia. Además, en estas circunstancias, se intensifica la carga de trabajo no remunerado que suelen soportar las mujeres. En situaciones de emergencia, esta carga de trabajo incluye no solo la atención inmediata, sino también el apoyo a la comunidad afectada en su conjunto. En consecuencia, se exacerban las desigualdades estructurales. Miles de civiles quedan en situación de precariedad y vulnerabilidad absoluta.
La historia de segregación, opresión, discriminación y violencia sistemática que sufre la población palestina hace que esta sea una de las regiones del mundo con mayor número de violaciones de derechos humanos.
Como parte del debate en curso sobre la mujer, la paz y la seguridad, la primera activista palestina que se dirigió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en 2018, hizo hincapié en la dimensión de género de la ocupación y la crisis humanitaria resultante. Reconoció cómo estos factores empeoran las desigualdades de género existentes y refuerzan las estructuras patriarcales dentro de la sociedad palestina. Además, expresó su preocupación por cómo la violencia pública conduce a un aumento de la violencia en entornos privados y denunció el importante impacto de la ocupación en el acceso de las mujeres palestinas a la justicia y a oportunidades de ganarse la vida.[1]
En entrevista a la representación en Madrid de Mujeres de Negro, —organización de mujeres palestinas e israelíes con más de tres décadas de trabajo por la paz—, ellas advierten que «ahora hay mucha atención mediática porque estamos ante el conflicto más crudo, pero cuando los bombardeos cesan, la violencia no desaparece: siguen las carencias y aumentan otras violencias más cotidianas e invisibles. Y todo eso pasa sin que haya periodistas que lo expliquen, pasa desapercibido a los ojos del mundo».
La situación en Palestina sigue siendo crítica debido a la continua agresión militar israelí y el bloqueo que ha dejado a los palestinos sin servicios básicos. Los bombardeos han causado gran cantidad de víctimas. El pasado 1 de febrero la cifra de muertes en la Franja de Gaza ascendía a más de 27 000 personas desde el 7 de octubre, de estas, 8 000 son mujeres y al menos 11 000, niñxs.
Conciliadoras
El impacto de la ocupación en las mujeres palestinas no se limita a su vida cotidiana. Las mujeres también han estado al frente del movimiento de resistencia contra la ocupación. Han organizado protestas, sentadas y otras formas de resistencia no violenta para exigir sus derechos y los de sus familias.
Previo al ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, mujeres del movimiento israelí Women Wage Peace y de la asociación palestina Women of the Sun, se unieron para exigir la paz:
«Nosotras, las madres palestinas e israelíes, estamos decididas a detener el ciclo de derramamiento de sangre y cambiar la realidad del difícil conflicto entre los pueblos por el bien del futuro de nuestros hijos».
Cada vez son más las mujeres judías o de ascendencia judía que se pronuncian sobre los acontecimientos en curso, distanciándose de la ofensiva desproporcionada del Estado de Israel. El lema repetido es «No en mi nombre, no en nuestro nombre», en referencia al genocidio que se está cometiendo bajo la bandera de Israel. Ellas exigen el fin de los ataques y hacen un llamamiento a la paz.