La nueva «rectificación de errores»
Fue noticia la primera reunión del Consejo de Ministros en 2024, que ocurrió esta semana, y pasó revista a los principales problemas que enfrenta Cuba en medio de la actual crisis económica.
Díaz-Canel, al frente de la reunión, dijo que las medidas del «programa de estabilización económica» son «necesarias e impostergables».
El presidente cubano respondió, en varias ocasiones, a quienes responsabilizan al gobierno con el empeoramiento de la crisis. Insistió en que las disposiciones anunciadas no equivalen a «un paquete neoliberal» y que el plan para crecer económicamente, reducir la dependencia de importaciones y aumentar las exportaciones, beneficiará a la mayoría de los cubanos.
«¿Qué paquete neoliberal en el mundo empieza aumentando ingresos a dos sectores de la sociedad como son la Salud y la Educación?», comentó. «Los paquetes neoliberales empiezan precisamente quitando presupuesto y privatizando todo eso».
El impacto social que tienen las medidas, fue uno de los caballos de batalla del discurso de Díaz-Canel. Se refirió a «las nuevas casitas infantiles» que se están abriendo a lo largo del país y a un programa para recuperar los consultorios médicos comunitarios.
Lo más novedoso de la reunión fue el lanzamiento de procesos de consulta con los militantes de organizaciones políticas y funcionarios gubernamentales para «reafirmar la necesidad e importancia estratégica de la unidad».
Específicamente se informó de la próxima discusión de un documento político titulado «Conceptos básicos para la corrección de desviaciones y tendencias negativas en la sociedad cubana».
Asimismo, Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), puntualizó que el documento tiene su antecedente en el conocido programa partidista que impulsó Fidel Castro, con nombre parecido, en la década de 1980.
Por su parte, Manuel Marrero, el primer ministro, admitió que han recibido críticas de la ciudadanía por planificar «medidas que no han logrado transformar los problemas», refiriéndose sin duda a la «Tarea Ordenamiento».
«Ya el pueblo no exige más de nosotros esfuerzos, sacrificios, consagración; el pueblo exige de nosotros resultados», observó Marrero.
Esto significa que, por una parte, al gobierno no le ha quedado de otra que reconocer la crisis y las inconformidades que cada vez se hacen más visible en la ciudadanía. Por otra, implica una puesta por hallar consenso respecto a las últimas medidas, al menos entre sus partidarios formales.
La cita casi textual de la política promovida por el máximo líder de la Revolución en 1986, es una estrategia para conseguir legitimidad entre «revolucionarios» que desconfían de la gestión gubernamental como nunca antes.
Una lectura minuciosa también deja percibir las diferencias entre los discursos de quienes hoy acumulan las principales cuotas de poder visible en la Isla, siempre veladas bajo el manto de la «unidad revolucionaria».
Díaz-Canel se centró en justificar la gestión actual del gobierno, Morales Ojeda en intentar rescatar fórmulas del pasado. Mientras, Marrero Cruz se apartó de los discursos triunfalistas al reconocer que el escenario no va a cambiar, para luego hacer un llamado de atención sobre la necesidad de transformar la economía sin esperar a que «caigan del cielo los combustibles y las divisas».
Nuestra opinión es que los objetivos principales del paquete de medidas son válidos y están correctamente enfocados, pero el plan propuesto hasta el momento está lleno de lagunas e incongruencias.
Presentar un documento que remite en su título a un contexto de hace tres décadas, y con la URSS aún en pie, no pasa de un intento vago de legitimar —sin muchas posibilidades de éxito— las reformas anunciadas y las que probablemente falten por informar.
Por otra parte, la denominada «rectificación de errores» impulsada por Fidel, fue la respuesta puntual a la apertura que intentaba por esa época la Unión Soviética y, si bien impulsó la construcción de obras públicas y un debate sobre los mecanismos de control popular, representó un portazo a las reformas económicas que demandaba la economía cubana, cuya tardanza estamos pagando aún.
Evocar ese gesto de cierre, muy contextual, cuando Cuba enfrenta una crisis que necesita de un plan audaz y urgente, pues ninguna potencia externa subvencionará su economía, deja más preocupaciones que certezas.
Adiós, ministros
Fue noticia este 2 de febrero que Alejandro Gil Fernández dejó de ser vicep