Cuba atraviesa una de las crisis económicas más profundas desde los años 90, con enormes desequilibrios macroeconómicos, una población vulnerable que alcanza cifras nunca vistas, derivada de la fuerte inflación existente, con desigualdades sociales profundas y una emigración que supera el medio millón de personas en apenas dos años y medio.
¿Qué hacer para superar esa situación? El gobierno diseñó una serie de medidas económicas, las cuales fueron analizadas por los diputados cubanos y aprobadas finalmente en la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado 20 de diciembre, para su aplicaciónanunciada como gradual, en el transcuro de 2024.
Se explicó en esas sesiones que se estaba estudiando y se establecería un plan de estabilización macroeconómica como una condición para el crecimiento económico, y realmente es así, lo que no fueron precisos en qué consistiría ese plan, excepto que:
1.- Se recuperaría el Turismo.
2.- Se incrementarían las exportaciones de bienes y servicios, especialmente los profesionales de la salud.
3.- Se trabajaría para incrementar las producciones de níquel, tabaco, ron y otros rubros exportables.
Tales ideas no son del todo novedosas, ya que ya han sido expuestas en periodos anteriores y en concreto no se logró cumplir los planes previstos. Para ello se necesitaban,entre otros aspectos, inversiones, que hoy tienen una estructura deformada, debido a que se continúa priorizando las construcciones inmobiliarias, especialmente hoteles, mientras muy pocas van a la industria y a la agricultura.
Mercado cambiario
Una utopía, y a la vez, una necesidad, es el planteo de redimensionar el mercado cambiario, “intervención del informal” y el control del tipo de cambio en el país, lo cual incluye la determinación de la tasa de cambio y la formación de precios. La palabra “intervención”puede significar la adopciónde medidas drásticas. Ojalá no sea así.
En las condiciones de crisis económica actual, y los amplios desequilibrios estructurales existentes, es muy difícil el logro de esos objetivos, que más bien parecen una lista de deseos.
Se propone para este año 2024 determinar la tasa de cambio que debería tener el peso cubano. Y es una necesidad imperiosa, pero necesariamente para lograr una tasa de cambio fundamentada, debe haber un mercado cambiario en el cual se pueda acceder libremente a esas divisas. La paradoja es que el estado carece de las reservas monetarias necesarias para interactuar en ese mercado.
De otra parte, el sistema bancario cubano no resulta del todo confiable, se acumulan deudas y se atrasan los pagos a proveedores, entre otros problemas. Entonces, ¿cómo se podría, en estas condiciones,incentivar la captación y recuperar los flujos de remesasy otros ingresos? Además lo real es que parte importante de las remesas que llegan al país toman otros caminos y no pasan por las instituciones financieras, debido a la pérdida de confianza.
Las nuevas formas de propiedad, como las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), necesitan obtener materias primas para el funcionamiento de su negocio, las cuales, lamentablemente, en pesos cubanos y en el país no se consiguen. Estas empresas se ven obligadas a realizar enormes erogaciones monetarias en el exterior para garantizar sus insumos. Esas divisas se adquieren en el mercado informal que se acercaba 280 pesos por un dólar, al iniciar el año en curso.
Habría que esperar a ver como se utilizaran los nuevos medios de pago o tarjetas en divisas,como las nuevas tarjetas Clásica que serán en dólares, ya que se plantea que se les aplicarán incentivos para la compra de bienes y servicios, y que se podrán recargar desde el exterior o en efectivo, e implementar medidas para que las formas de gestión no estatal realicen sus importaciones con pagos desde Cuba y no desde el exterior.
La realidad hasta hoy ha demostrado que una empresa que deposita divisas en el banco, cuando las necesita para pagar a un proveedor extranjero, se le niega o se demora el pago a la empresa en el exterior.
Tampoco es sólida la idea de aplicar nuevos proyectos de negocios y mecanismos que permitan inyectar liquidez en las cuentas en divisa digital (MLC), fondos que respaldarán las operaciones comerciales y de aprovisionamiento.
Por ejemplo, cómo es posible que los nuevos servicentros que operarían en dólares o en medios de pago del extranjero, ahora no acepten los MLC que existen en las tarjetas de los usuarios, si ese MLC fue dólar, euro o divisa extranjera antes de depositarse en bancos.¿Entonces donde está ese dinero que debería respaldar las cuentas MLC existentes?
Fue muy certero el pronunciamiento de la Asamblea de“continuar el proceso de renegociación de la deuda externa con países estratégicos para el desarrollo económico y social de la nación”. Como es lógico, eso podría destrabar nuevas líneas de crédito necesarias para la importación de materias primas, pero no se ve con claridad el origen de las divisas para cumplir ese objetivo.
La idea de aumentar la participación de la inversión extranjera, priorizando la producción de alimentos es loable. Sin embargo, resulta necesario alertar que se trata de algo que viene diciéndose desde hace más de 10 años, sin los resultados que se necesitan.
En igual sentido, resalta lo expresadoen relación con incentivar los contratos de producción cooperada con inversionistas extranjeros y actores económicos no estatales que aporten financiamiento en divisas y materias primas. Pero se trata solo de intenciones, pues la realidad demuestra que persisten las trabas internas que no favorecen esos negocios. Tampoco se puede desconocer la presión sobre los inversionistas extranjeros para que no inviertan en Cuba, resultado del bloqueo estadounidense vigente desde 1962 y recrudecido en la actualidad.
Agricultura y sector empresarial
La idea en relación con la agricultura es interesante, ya que se prevé perfeccionar y desarrollar el proceso de contratación con las formas productivas no estatales en el sector agrícola. “Hay que sembrar más caña, entre las medidas hemos autorizado a Azcuba la venta en divisa de azúcar a empresas mixtas, para reinvertir esos ingresos en la industria”, anunció el primer ministro Manuel Marrero en las sesiones parlamentarias dedicadas a la economía. La idea es promover negocios que contribuyan a recuperar la industria azucarera e incrementar los rendimientos agrícolas en los campos cañeros.
Tales enunciados reflejan que fue un error el haberle quitado prioridad a la agroindustria azucarera, que no se analizó suficientemente el cierre de una parte de los centrales existentes, pero también que no escucharon las advertencias de muchos economistas en cuanto a permitir su recuperación con recursos extranjeros. Además, la industria azucarera fue la que menos inversión recibió en los últimos cinco años.
El planteamiento de reducir en un 50%, para todos los actores económicos, el pago de aranceles por las importaciones de materias primas y bienes intermedios, con especial énfasis en la producción agropecuaria y de otros alimentos, e incrementar las tarifas arancelarias a la importación de algunos productos listos para la venta, como tabacos, cigarros, rones, cervezas y otros, de los que hay producciones en el país, son propuestas aceptables para eliminar barreras que aún existen, pero no necesariamente garantizan el éxito. Ojalá que lo fueran.
Es preocupante el planteamiento siguiente,