LA HABANA, Cuba. – Es frecuente observar la lamentable presencia de escritores e intelectuales latinoamericanos que profesan ideas de izquierda, y se fanatizan de tal modo que no son capaces de apreciar las manchas de los gobiernos de ese signo político. Casi siempre son críticos implacables de los gobiernos de derecha, pero cierran los ojos ante los desmanes del castrismo, el chavismo y el sandinismo de la pareja Ortega-Murillo.
Sin embargo, dos escritores latinoamericanos han mantenido la honestidad perdida por muchos de sus colegas, y han insistido en la defensa de la democracia por encima de cualquier ideología. Son ellos el novelista peruano Mario Vargas Llosa y el ya fallecido poeta y ensayista mexicano Octavio Paz.
Ambos, en su juventud, coquetearon con las ideas de izquierda. Simpatizaron en los tempranos años 60 con la Revolución Cubana y mantuvieron durante esa época frecuentes contactos con la Casa de las Américas, de cuyo premio literario llegaron a ser jurados.
No obstante, fueron capaces de conservar la condición de conciencia crítica de todo intelectual verdadero, y no se sometieron a los dictados del castrismo una vez que la maquinaria del poder la emprendió contra algunos escritores contestatarios.
El mejor ejemplo de lo anterior aconteció a raíz del encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en 1971. Tanto Vargas Llosa como Octavio Paz se sumaron a la carta abierta que un numeroso grupo de intelectuales le enviaron a Fidel Castro condenando ese hecho. Fue un suceso que marcó la ruptura oficial de ambos escritores con el castrismo, aunque desde algunos años antes su relación con