El estudio de las ideas de José Martí no tiene como objetivo el desarrollo de habilidades pragmáticas para el uso de fragmentos o páginas de sus textos como apoyo justificativo de determinados hechos o criterios del presente, sino el conocimiento de las concepciones que guiaron su actuación, los criterios políticos que le permitieron afrontar dificultades e incomprensiones, así como los principios morales que sustentaban su vida, cuya austeridad y entrega desinteresada a la patria sirvió de ejemplo a sus contemporáneos y constituye paradigma mayor en la actualidad.
Obviando las diferencias de época y de fines inmediatos, nos hallamos ante desafíos y riesgos de signos similares a los afrontados en los últimos decenios del siglo XIX. Están en peligro la independencia, la soberanía, la justicia social y la estabilidad interior de la nación, por lo que se impone acudir a todos, sin distingos ni condiciones prestablecidas, para poner coto a los factores adversos que se oponen al logro de las aspiraciones de las grandes mayorías.
En esta etapa de crisis, hallamos en el Apóstol los fundamentos de un ordenamiento más acertado de la sociedad, de una estructura socio-económica auténtica, ante el fracaso tanto del modelo capitalista dependiente como del socialismo soviético. Esta es solamente una proposición, entre muchas otras que deberían considerarse en el necesario proceso de diálogo que ha de propiciar la salida de la crisis estructural en que se halla nuestro país.
Existen posiciones extremas que se cuestionan mutuamente: en el Gobierno y el partido cubanos hay tendencias que descalifican en bloque a los diversos grupos que rechazan su gestión, y en estos hay sectores que rechazan cuanto realizan aquellas instancias de poder, e incluso consideran que no muestran intención alguna para el entendimiento.
Ambas posiciones parten de una visión reduccionista de la realidad. No han existido nunca, en país y época algunas, gobiernos ni partidos monolíticos, ni agrupaciones de oposición donde prime la unanimidad absoluta, pues unos y otros están conformados por individualidades, sectores, clases, con puntos de vista e intereses no siempre coincidentes. Esta situación impone procesos de entendimiento, coaliciones, estructuras coyunturales, múltiples formas de llegar a coincidencias, lo que supone flexibilidad y respeto mutuo en el intercambio de criterios.
Urge que todas las partes interesadas en el bien de la patria asuman una actitud favorable al diálogo. No se encuentran solamente en el Gobierno y el Partido cubanos los que niegan esta posibilidad; tampoco entre la generalidad de quienes cuestiona