Tarjeta Clásica o la libertad de la MLC
Fue noticia esta semana el lanzamiento de una nueva tarjeta en dólares estadounidenses (USD). La Tarjeta Clásica, emitida por Financiera CIMEX S.A. podrá usarse en toda la red comercial que opera terminales de punto de venta (Pos).
Uno de los datos más relevantes ofrecidos hasta el momento es que servirá para comprar combustible en la red de servicentros que operará en USD.
Los depósitos se harán tanto desde el extranjero, mediante un sitio web, como dentro de Cuba en los establecimientos de Cadeca entregando efectivo en las monedas extranjeras aceptadas. Estará disponible lo mismo para cubanos que para turistas. Podrá ser usada por cualquier persona, incluso aunque no sea el titular de la cuenta bancaria, pues basará su seguridad en una clave numérica (PIN).
La «Clásica», además, viene con el encanto de los descuentos, una opción todavía inusual en el comercio cubano. Fincimex anunció que habrá un descuento del 10% en los servicios del Grupo de Turismo Gaviota y otro de un 5% para quienes usen la tarjeta para comprar en las tiendas de CIMEX, Caribe y Trimagen.
En esta misma línea, el Banco de Crédito y Comercio (Bandec) anunció que se amplían las posibilidades de la tarjeta prepago que emiten, también en USD. Esta tarjeta de Bandec brinda opciones semejantes a la «Clásica» de Fincimex, con la diferencia de que se podrán reembolsar hasta 100 USD en caso de salida del país.
Según la información disponible hasta el momento, la principal desventaja de la tarjeta Clásica es la imposibilidad de extraer la divisa una vez depositada, ni transferirla hacia otras cuentas. Asimismo, para recargarlas no será posible utilizar la Moneda Libremente Convertible (MLC) acreditada en otra tarjeta nacional.
Esto significa, en esencia, la solución «técnica» para la venta de combustible en divisas que planteó el gobierno hace pocas semanas. Por otro lado, que la dolarización de la economía sigue en marcha, confirmando así que el fortalecimiento de la moneda nacional no es algo que vaya a ocurrir en el futuro próximo.
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También significa que la Moneda Libremente Convertible no es tan «libre» como dice su nombre, pues con su saldo no es equivalente a la divisa, al existir limitaciones para hacer con estas cuentas operaciones comerciales que requieren moneda fuerte.
Opinamos que estas nuevas tarjetas podrían estar indicando el final del MLC, esa moneda electrónica que surgió en 2019 en la antesala del «ordenamiento», precisamente cuando las autoridades pretendían eliminar las distorsiones monetarias y cambiarias.
Es como si, tras una crisis agónica en la que las tiendas que venden en MLC tienen ofertas reducidas y poco competitivas, se necesitara un recurso más convincente para recaudar divisas.
Quedará por ver si las viejas tarjetas en MLC servirán para comprar en las ya avisadas tiendas rusas. Por ahora, esta moneda virtual cada vez permite menos el acceso a productos y servicios comercializados en moneda fuerte. Viene semejándose el extinto CUC (Peso Cubano Convertible), que también funcionaba como equivalente al dólar hasta que perdió su convertibilidad.
Lo problemático no son puntualmente estas tarjetas —que presuntamente traen más ventajas que desventajas— sino lo que simbolizan: una economía que no consigue crear un modelo sustentable y sólo alcanza a emular fórmulas parecidas que ya fracasaron.
Asimismo, la inestabilidad de los mecanismos financieros hará disminuir más la confianza de las personas en los bancos, y que sean más recelosas a la hora de guardar ahí sus ahorros en monedas extranjeras o cambiarlas por las monedas «sustitutas». Cuando la experiencia dice que se pueden perder equivalencias y convertibilidades, el colchón empieza a parecer un lugar más seguro.