MIAMI, Estados Unidos. — El 28 de enero de 1986 marcó uno de los momentos más trágicos en la historia de la exploración espacial. En ese día, el Transbordador Challenger explotó apenas minutos después de despegar desde Cabo Cañaveral (Estados Unidos), cobrando la vida de los siete miembros de la tripulación.
El Challenger se destacaba como el segundo orbitador operativo en la flota de transbordadores espaciales de la NASA, realizando su primer vuelo el 4 de abril de 1983. La explosión, ocurrida apenas 73 segundos después del despegue, resultó en la pérdida total de la nave y su tripulación. Este trágico suceso tuvo un impacto significativo en el programa de transbordadores espaciales, llevando a una revisión exhaustiva de los procedimientos de seguridad y diseño.
Según un informe emitido por el Gobierno de Estados Unidos, la causa principal del accidente fue la falla de un sello de refuerzo en una de las juntas tóricas de uno de los propulsores sólidos del transbordador. Esta falla permitió la fuga de gases calientes, los cuales da