Pudiera pensarse que un código QR no tiene nada que ver con la agricultura. Sin embargo, tener una etiqueta con ese sello puede llevar directamente hasta el campo y esa posibilidad comienza a hacerse realidad en algunas fincas en Cuba.
Los productos del agricultor Onay Martínez, de la finca Tierra Brava, en el municipio Los Palacios, en la occidental provincia de Pinar del Río, llevan dos etiquetas: ProMST, que identifica a la finca con categoría de Manejo Sostenible de Tierras (MST), y un código QR, una experiencia novedosa en la agricultura cubana.
Tamarindo, pomarrosa de Malaka, carambola y guanábana naturales, fruta bomba y guayaba troceadas, son algunas producciones de la minindustria que llevan el código.
Se trata de una de las más recientes iniciativas presentadas por el Programa de Asociación de País (CPP-OP15) sobre Manejo Sostenible de Tierras en apoyo al desarrollo del Programa Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
El código QR es un primer paso en lo que a nivel internacional se llama denominación de origen, pues “estamos trabajando para la denominación de origen de los productos reconocidos dentro del MST”, dijo Alfredo Martínez, director del programa.
Según comentó, la idea nació en su hogar, ante la insistencia familiar de conocer la procedencia de los productos que adquirían en los mercados agropecuarios, el tiempo transcurrido desde la cosecha y la venta. Entonces, dijo, le puso paciencia y ciencia al asunto.
La iniciativa, que se aspira llegue a las 36 fincas reconocidas en el MST, con varias categorías (iniciada, avanzada y manejo sostenible), se inició con tres: Tierra Brava (Pinar del Río) y La Rebeca y Santa Ana (Güira de Melena, Artemisa).
Aunque podría resultar contradictorio en un país con insuficiente producción agropecuaria y dificultades múltiples para revertir los decrecimientos agrícolas, e